273 medidas recogidas en 55 páginas, redactadas en seis semanas, tras numerosas horas de análisis, cruces de whatsapp, diálogo y “buen rollo”. La Estrategia Aragonesa para la Recuperación Social y Económica ha visto la luz esta semana y contempla un amplio listado de medidas políticas, económicas, sociales y ambientales de ámbito regional con las que se pretende hace frente a la crisis sanitaria y económica provocada por el coronavirus en la Comunidad Autónoma.

Con la firma del documento por parte de los 13 integrantes de la mesa -Gobierno de Aragón, partidos con representación en las Cortes de Aragón, excepto Vox,  los agentes sociales y la Federación Aragonesa de Municipios, Comarcas y Provincias (FAMPC)-, Aragón se convierte en la primera comunidad española que acuerda un documento que sienta las bases para volver a la normalidad. El reto está en lograr que las medidas, excesivamente genéricas y poco concretas en su mayoría, obtengan financiación autonómica, estatal y europea. Sólo así se evitará que el Pacto del Pignatelli sea papel mojado.

En el acto solemne de rúbrica de la Estrategia, celebrado el pasado lunes 1 de junio en las Cortes de Aragón, el presidente aragonés, Javier Lambán, destacó precisamente el logro de haber consensuado el texto en menos de dos meses, ya que la mesa se reunió por primera vez el 17 de abril. Algunos de los asistentes a las reuniones consultados por El Diario.es Aragón destacan varias cuestiones que, a su juicio, han sido determinantes en el éxito de la comisión: la “generosidad” de todos sus miembros a la hora de buscar acuerdos, aunque para ello tuvieran que renunciar a cuestiones que a priori consideraban irrenunciables, el “buen rollo” que había entre los miembros de la comisión y la metodología de discusión elegida que permitió avanzar con rapidez en los trabajos.

Mezclar agua y aceite

Y desde el  principio no lo tuvieron fácil. Se tenían que poner de acuerdo organizaciones y partidos políticos que mantenían considerables discrepancias en las fórmulas para salir de la crisis. En algunas cuestiones era como mezclar el agua y el aceite. Además, dificultó todo el proceso la ausencia de un documento que sirviera de arranque de los debates. El Gobierno aragonés prefirió no poner sobre la mesa ninguna propuesta inicial para no condicionar la discusión. “Lo más complicado fue partir de la nada”, comenta uno de los asistentes.

En la fase inicial, cada organización aportaba sus propuestas sobre algunas de las cuatro categorías: recuperación del territorio, recuperación de las políticas públicas, recuperación en economía productiva y recuperación en materia de empleo. El Gobierno aragonés, por su parte, recogía las propuestas que, posteriormente, los propios miembros de la comisión las marcaban en verde, rojo y amarillo, en función si las consideraban o no prioritarias. El resultado del primer documento sometido a debate, el de la vertebración del territorio, superó los 30 folios de extensión. Demasiado volumen para una comisión que trabajaba bajo la presión de finalizar a principios de junio. El método del semáforo eliminó de un plumazo casi todas las propuestas de medio ambiente. “La única que sobrevivió fue la de agilizar los trámites del Inaga”. En consecuencia, se vio la necesidad de modificar la metodología dado que no resultaba operativa.

Un método de negociación colectiva

Tras el primer intento fracasado, los agentes sociales propusieron un método más ágil, utilizado en la negociación colectiva: se aportaban las propuestas –“un máximo de dos folios por organización”-, el coordinador se encargaba de sintetizarlas y las sometía de nuevo a la discusión interna de las organizaciones. Entre los miembros de la Mesa, se cruzaban correos, llamadas de teléfono e incluso whatsapp en el grupo abierto para la ocasión. De esta forma,  cuando se volvían a reunir los miércoles y viernes a media mañana en la Sala de la Corona del Pignatelli, ya tenían cerradas la mayoría de medidas del bloque correspondiente.

La ‘fuga’ de Vox

Los trabajos no pararon ni cuando Vox anunció en la tercera reunión que dejaba la Mesa por orden de la dirección nacional. Su representante se despidió enviando un email. Era la crónica de una fuga esperada por todos y que no causó sorpresa. Tampoco se frenó el proceso con la discusión del asunto más espinoso y que más separaba a los partidos de izquierda y los de derecha y las organizaciones empresariales: la bajada o la subida de impuestos. Al final se optó por una fórmula excesivamente abierta con la redacción de la medida 262: “No modificar ningún impuesto de carácter autonómico que pueda poner en riesgo la liquidez de las familias, autónomos ni empresas”. El bloque del empleo fue el que generó “más debate” y el más complejo de consensuar, ya que era donde “chocaban empresarios y sindicatos”.

Las fuentes consultadas admiten que muchas de las medidas aprobadas en el documento buscan el difícil equilibrio “entre el brindis al sol y el nivel de concreción”. Un exceso de concreción en plazos o en compromiso de inversión hubiera dado lugar al enfrentamiento, confiesan las citadas fuentes. “Hemos lanzado un mensaje claro a la ciudadanía: nos hemos puesto de acuerdo todos en un momento excepcional”, concluyen con satisfacción.

Por Conrad Blásquiz

Me llamo Conrad Blásquiz Herrero, soy periodista, consultor en comunicación y un apasionado de la información política. Soy autor del libro “Aragón, de la ilusión a la decepción ¿la Autonomía en crisis? “. Durante más de 15 años, he recorrido diariamente los pasillos del Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón, escribiendo sobre la actualidad parlamentaria de la Comunidad Autónoma para las páginas de El Periódico de Aragón.