Iniciamos mes de septiembre y empezamos un nuevo curso político. Una pregunta está en la cabeza de todos: ¿Logrará sobrevivir esta inédita coalición formada por PSOE, PAR, CHA y Podemos-Equo que gobierna en el Pignatelli desde principios de agosto? Es demasiado pronto para aventurar con rotundidad que esta alianza se vaya a mantener viva los cuatro años, pero sí se puede afirmar que existe una razón de peso para que alianza sobreviva: Todos se juegan mucho, se juegan precisamente su propia supervivencia política. Hay otra razón de peso: lo que se denomina la inercia del sillón, es decir, es muy difícil dejar el poder cuando se ostenta, algo inherente por cierto a todos los partidos.
Que nadie dude que habrá tensiones y enfrentamientos más o menos públicos. Sentar en la misma mesa del Consejo de Gobierno a cuatro fuerzas políticas que hasta hace pocos meses se lanzaban los trastos a la cabeza resulta de una complejidad tremenda. En el caso de PAR y Podemos por ejemplo, es como mezclar agua y aceite en política hidráulica o en la enseñanza, entre otros temas espinosos. Y los partidos de oposición ya se encargarán lógicamente de evidenciar las discrepancias y divergencias existentes entre los socios de gobierno.
Javier Lambán tiene la experiencia de la pasada legislatura en la que sobrevivió sin apenas arañazos al frente del gobierno más débil de la historia de la comunidad con el apoyo externo de Podemos.
Habrá que esperar para ver si en esta ocasión sobrevive o se le atraganta la transversalidad.