Llevo tiempo tratando de postergar escribir sobre los bancos. Es un tema antipático. Y no me seduce nada morderme la lengua para salir airosa y no caer en las descalificaciones que provoca su comportamiento. Resumiendo diré que resulta indecente la codicia de la banca.
Cómo será de escandaloso el asunto de la subida de las comisiones a sus clientes y de los despidos masivos y cierres de oficinas, en aras de la socorrida digitalización, que en los últimos días les ha caído la bronca de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño; de la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, y del ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá (por cierto, exdirectivo del BBVA y del Banco de España). Además del ala izquierda del Gobierno que se ha sumado a las críticas de estos tres pesos pesados del liberalismo económico y de la defensa a ultranza de la economía.
Calviño ha dicho que resultan inaceptables los altos sueldos y los bonus de sus ejecutivos y que la destrucción de empleo en los tiempos actuales «es algo que no podemos permitirnos». Así que la moderada ministra ha dado un toque a los bancos para que actúen con «responsabilidad». Caixa Bank plantea un ere con 8.291 despidos y el BBVA otro con 3.798. Más los que quedan por llegar con otras siglas. La subgobernadora del Banco de España insta a la banca a no subir comisiones de forma «agresiva». Y les aconseja a que encuentren un equilibrio entre su rentabilidad y seguir prestando servicio a los clientes «sin que se produzca de una manera agresiva o que pueda percibirse como abusiva». Y el ministro Escrivá ha ido más lejos al recordarles que: «El sector financiero ha tenido ayudas muy importantes durante la anterior crisis, con limpieza de balances y ayudas públicas extraordinariamente importantes y con la asunción de deuda del Estado de la Sareb (los bancos malos, los bancos basura).
¿Se acuerdan del rescate bancario español en el 2008? Eso también salió de nuestros bolsillos. Y a cambio, ahora, la banca está cobrando unas comisiones de usura por mantener nuestro dinero en sus despachos financieros. Lo llaman en lenguaje coloquial «cambio en las condiciones de tus cuentas». Solo se libran del navajazo los clientes que mantengan una nómina de más de 800 euros/mes, domicilian mínimo seis recibos, utilizan la tarjeta de crédito siete veces al menos (incluso te aconsejan cambiar tu tarjeta por otra que están publicitando) o sean accionistas de la entidad.
Es decir, si eres cliente y te has quedado sin trabajo, o te han echado de la empresa te clavan la comisión por ser vulnerable y pobre de solemnidad. Como bien dice Antonio Piazuelo en un excelente artículo sobre la banca: «Solo se libran de las crueles comisiones los que tienen mayor capacidad económica». Siempre es la misma historia. La misma rueda que engorda la cuenta de resultados de la entidad financiera. A los ricos se les perdonan la comisiones, a los pobres se les ahoga un poco más.
Margarita Barbáchano, periodista y escritora
Artículo publicado en El Periódico de Aragón