Isabel Díaz Ayuso ha estado muy lista, una vez más, y se ha apresurado a hacer de Madrid la capital europea del español. Parece una perogrullada. Y lo es. Aunque, ¿quién sabe? Hay que reivindicarlo, por si acaso. No vaya a ser que Londres, Echternach, Ostrava, Anderlecht, Trondheim, Cambrils o Bilbao reclamen para sí la capitalidad del idioma patrio. Para tal fin, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha anunciado la creación de la Oficina del Español en la capital. Es como hacerse un huerto dentro de un huerto, pero ¿quién le puede discutir nada a la mujer que arrolló en las elecciones madrileñas y ha eclipsado a Pablo Casado? Como no podía ser de otra manera, el director del chiringuito será Toni Cantó, que por algo se pasó al PP. Además, entiende mucho de chiringuitos y, sobre todo, habla español.
Se abre así una vía interesante –y abiertamente descarada– para colocar a los pelmazos del ¿qué hay de lo mío? que todo partido político tiene en su órbita. En Aragón, por ejemplo, ya tarda en aparecer la Oficina del No Aragonés, que se encargaría de promocionar lo español y machacar, humillar y desprestigiar a la vieja lengua autóctona. Candidatos al puesto habría varios, no solo políticos. En Zaragoza se impone con urgencia la Oficina de Calles Patrióticas para borrar de la memoria todo nombre que suene subversivo o incluso demócrata. La extrema derecha ya ha logrado eliminar al Che Guevara del callejero. Ahora solo necesita confiscar en Zaragoza miles de camisetas del revolucionario, arrancar millones de páginas de la Historia y sepultar a un icono cultural y social indiscutible en el mundo. Pero un español muy español, sobre todo con un cubata en la mano, es capaz de todo.
Javier Lafuente, periodista
Artículo publicado en El Periódico de Aragón