Nacido en Zaragoza en 1959, es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Zaragoza. Tiene una dilatada trayectoria como gestor educativo, aunque en los últimos meses ha ocupado las portadas de los diarios porque ha llevado las negociaciones de la polémica candidatura 2030 de los Juegos de Invierno.
Después de 40 años de autonomía, ¿diría que la Educación aragonesa ha encontrado ya un modelo propio?
En los últimos años, especialmente desde las transferencias, se ha desarrollado un modelo educativo propio de Aragón, que está muy reconocido fuera de nuestra comunidad. Es un modelo innovador. Somos una de las comunidades autónomas más innovadoras en materia educativa. Además, el informe PISA destaca que la educación aragonesa está por encima de la media de la OCDE. Tenemos un modelo muy definido que hay que ir desarrollándolo. En los últimos años, se ha incrementado la innovación y se ha dado autonomía a los centros educativos. La futura ley de participación que llevaré próximamente a las Cortes supondrá precisamente una mayor autonomía y un mayor liderazgo educativo de los centros.
¿A qué se refiere cuando habla de dotar mayor autonomía a los centros escolares?
Pues que en un marco establecido, los centros puedan flexibilizar el currículo escolar o que puedan por ejemplo hacer agrupaciones internivelares de niños de diferentes edades. Se ha demostrado que el modelo que aplicamos en el medio rural es mejor que el modelo urbano, es más innovador. Me refiero también a la autonomía para juntar conocimiento del medio con plástica si se tiene un proyecto educativo específico. Estoy convencido de que es buena la autonomía de los centros para avanzar en el modelo.
Existe un preocupante descenso de matriculaciones. No hay niños y algunas escuelas corren el riesgo de quedarse vacías. ¿Le preocupa este fenómeno que se está dando en la actualidad?
Es cierto, faltan niños y además en la ciudad en Zaragoza, como en ocurre en el Actur. Y, sin embargo, en el sur de Zaragoza estamos construyendo nuevos colegios. Esa es la paradoja en la que estamos inmersos. Creo que el avance más importante en el modelo educativo aragonés ha sido trabajar con espacios y con tiempo. Es decir, la utilización de los espacios es fundamental y los tiempos también lo son. A mi juicio, el currículo es como una imagen plana, en blanco y negro, y se transforma en color en los propios centros educativos cuando en un mismo primer curso, los alumnos hacen cosas diferentes. El modelo educativo no puede ser uniforme, sino que es poliédrico. Sin duda, los jóvenes están mucho mejor preparados que los de hace 20 años. Viven en un mundo globalizado, no existen las barreras. Esa dimensión tan globalizada no existía antes y por eso hace falta una preparación adecuada y una mentalidad. Estoy convencido de que los jóvenes están mucho más preparados para resolver los problemas reales.
¿La educación ha contribuido a mejorar esa preparación de los jóvenes o por el contrario ha ido a remolque de los cambios que se están produciendo?
La educación, sin duda, está contribuyendo a que esos niños y niñas sean los jóvenes del futuro. Eso es esencial. Ser capaces de reflexionar y de adoptar decisiones. Los jóvenes están más preparados para afrontar el fracaso que los de hace 20, 30 o 40 años.
Entrevista publicada en El Periódico de Aragón