¿Arde Barcelona?

En agosto de 1944, en plena desbandada del Ejército nazi, Hitler preguntó a sus generales en Francia si estaba ardiendo París. Hitler quería destruir París a toda costa en la huída. Por suerte, sus tropas no le hicieron caso.

¿Es eso lo que quieren hacer con Barcelona, con Cataluña, los Comités de Defensa de la República? ¿La destrucción de Cataluña y de Barcelona se encuentra entre los planes de Quim Torra y de Carles Puigdemont?

Las imágenes del sábado, en las que un numeroso grupo de vándalos, hicieron frente a los mossos de escuadra lanzándoles botes de pintura; y del asedio al Parlament del lunes por la noche que pudo acabar en tragedia son lo suficientemente elocuentes de que el independentismo radical se propone invadir la calle. Quieren hacer suya la calle, esa calle que es de todos. También Manuel Fraga pronunció aquella célebre frase franquista: La calle es mía.

El monstruo se revuelve

Es evidente que Torra tiene un problema muy serio dentro de casa. Los mismos que él y lo suyos han alimentado y han utilizado en su locura independentista durante años le acusan ahora de blando y exigen su cabeza si no rompe con España. El monstruo que ellos crearon amenaza ahora con devorarlos.

Y una pregunta: ¿Se puede ser jefe máximo de los Mossos de Escuadra y alentar a la vez a los radicales a seguir incendiando Cataluña? Evidentemente, no.

Torra corre el riesgo de morir ardiendo en su propia hoguera.