Dice un refrán que cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar. Harían bien los partidos políticos aragoneses en remojar sus barbas porque el monstruo de la extrema derecha se ha hecho carne ya en la política española. Y en el lugar donde menos se esperaba, en el Sur, en Andalucía, en el tradicional granero de votos socialistas.
Es lógico pensar que la ultraderecha acabe ensuciando y pringando amplias zonas del territorio español. ¿Llegará a Aragón en las próximas elecciones autonómicas y municipales de mayo? La situación de Andalucía no es comparable a la de Aragón, con un crecimiento económico notable y bajos índices de desempleo. Tampoco en Aragón el tema de la emigración genera los problemas de convivencia de Almería, en donde por cierto los emigrantes son mano de obra imprescindible para que el mar de plástico, el invernadero más grande de España, alimente a Europa y sea una enorme fuente de riqueza para la zona.
Por estas razones, Aragón no debería contagiarse del auge de la extrema derecha. Sin embargo, es complicado que determinados sectores de la sociedad aragonesa hagan oídos sordos a los cánticos de sirena, poco creíbles, pero convincentes para algunos, que Vox lanzará desde el privilegiado altavoz del Parlamento andaluz para ganar adeptos a su particular reconquista.
Faltan cinco meses para la celebración de las elecciones autonómicas y municipales, tiempo que debería ser suficiente para aislar a Vox y destapar las barbaridades de la extrema derecha, que acabará exigiendo que la Tierra sea plana. Sólo así evitaremos que el domingo 26 de mayo se convierta en el Día de la Bestia. Sin embargo, en Andalucía se ha empezado muy mal con un PP que se ha echado en brazos de Vox y Ciudadanos, que se ha puesto de perfil como si con ellos no fuera esta película.