Este abogado y exdiputado de IU en las Cortes, fue el representante del PCE en la ponencia que redactó el Estatuto de 1982
Cómo fueron los debates de elaboración del futuro Estatuto de Autonomía?
En los debates iniciales, cada partido intentaba conseguir sacar sus propuestas. El debate principal que había en aquel momento era si Aragón iba a tener un Estatuto de vía rápida por el artículo 151 de la Constitución y éramos una autonomía de primera; o por el contrario iba a tener un Estatuto por el artículo 143 o incluso un Estatuto sin parlamento porque no estaba previsto que debiera existir obligatoriamente. Ese fue el primer gran debate. Nosotros insistimos desde el primer momento en el artículo del 151. Finalmente, no fue posible por la oposición de UCD y PSOE, que solo querían que lo tuvieran comunidades como Cataluña, País Vasco o Galicia. Después se incorporó Andalucía como consecuencia de sus movilizaciones. Finalmente, accedimos a la autonomía por la vía del 143. En la reivindicación se consiguió que nuestro Estatuto tuviese los tres ejes democráticos básicos: el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial. Trabajamos en una redacción de proyecto de Estatuto pero luego en Madrid fue adaptada al resto de Estatutos.
En el primer Estatuto se introdujo también la figura del Justicia.
Fue una de nuestras reivindicaciones, como también que los derechos fundamentales estuvieran recogidos en el texto, entre el ellos el respeto al Derecho Foral Aragonés. El tema de las competencias que Aragón iba a tener era también una cuestión básica. Tener más competencias exclusivas en tu Estatuto que otras autonomías era lo que daba la calidad autonómica.
¿Hubo clima de diálogo o posturas enfrentadas?
Hubo mucho diálogo. El recuerdo que tengo es que las relaciones fueron siempre cordiales. Hubo una buena comunicación. Es cierto que hubo fuertes debates en algunas cuestiones, pero el diálogo se dio.
¿Sería posible en la actualidad un diálogo como el que hubo en la redacción del primer Estatuto, en la que participaron fuerzas políticas diametralmente opuestas?
Sólo debo recordar que fue una época de acuerdos y de consensos, que se daban con relativa frecuencia. La batalla por la democracia fue capaz de unir y concitar ideológicas diversas. El consenso estaba por encima de las luchas partidistas a diferencia de lo que ocurre ahora.
A su juicio, ¿el Estatuto del 82 era el único posible como consecuencia de la situación política?
El Estatuto fue el que se podía tener en aquel momento. Fue el Estatuto que las mayorías parlamentarias estaban dispuestas a ceder. Ir más allá era imposible. Pienso que fue un paso adelante muy importante. Nos permitió seguir caminando y seguir avanzando.
Se establecía un plazo de cinco años para una reforma que no llegó. ¿Ahí se frustraron muchas expectativas?
Sí. Las reformas tardaron en hacerse más de lo que todos queríamos y estaba comprometido.
40 años después, cuál es su valoración sobre la situación política actual?
Veo la situación con bastante desazón. El ruido, el enfrentamiento, la falta de debate verdadero, el insulto que persigue destrozar cualquier tipo de propuesta razones, es algo muy generalizado y me preocupa mucho. Esta falta de ética política está siendo un auténtico drama y nos está impidiendo avanzar.
Artículo publicado en El Periódico de Aragón