Albert Boadella es tajante cuando afirma: “O se aplica el artículo 155 de la Constitución hasta sus últimas consecuencias o Cataluña acabará siendo independiente”. Para el autoproclamado presidente en el exilio de Tabarnia no hay lugar para el diálogo en Cataluña ni para soluciones políticas, porque no se puede dialogar con una “secta” que, según él, estaría formada por dos millones de catalanes. Es decir, según Boadella, hay que combatir al independentismo con mano dura, aplicando el 155 el tiempo que haga falta, y no “sólo la puntita”, como dice él que hizo Rajoy, sino que interviniendo el sistema educativo, la televisión autonómica “golpista”, como la califica, y cerrando el grifo del dinero al separatismo.
Estas son sus recetas para hacer frente a la secta “paranoica” que empezó a diseñarse con Jordi Pujol. Y sobre ellas insistió el jueves en la Cámara de Comercio de Zaragoza, en donde participó en un encuentro del Club Cámara. Rodeado de empresarios trajeados, que llenaron la sala, ansiosos y expectantes, con ganas de pasar un rato divertido oyendo a un Boadella, provocador infatigable, que no defraudó las expectativas.
Tabarnia, entre lo pintoresco y lo anecdótico
Sin embargo, para muchos, Tabarnia no deja de ser algo pintoresco e incluso anecdótico, algo nacido para hacer frente al independentismo y ridiculizarlo con acciones esperpénticas. Pero, ¿es creíble como un movimiento serio, capaz de aglutinar a la mayoría silenciosa de catalanes que no son nacionalistas, pero tampoco españolistas?
Desde la lógica de Boadella, no puede haber ciudadanos equidistantes. Llegó a calificar de traidor al PSC por situarse en medio. Sin embargo, otros opinan, otros opinamos, que sí hay espacio para el diálogo y para ir deshaciendo poco a poco el nada monolítico bloque independentista. El Gobierno central debe jugar un papel importantísimo en la consecución de una solución que los catalanes, sólo los catalanes, deben alumbrar. ¿Cuánto tiempo hará falta? El ministro Borrell ha pronosticado que la herida y la brecha son tan profundas que van a ser necesarios más de 20 años. La Sagrada Familia lleva más de 130 años en construcción y nadie duda de que es uno de los templos más espectaculares del mundo y que su construcción valdrá la pena.
El jueves en la Cámara, hubo olivas, patatas y buen vino, pero la salsa picante la trajo Boadella.