Decimos adiós a agosto, saludamos a septiembre y con él el regreso no sólo a las aulas sino a un curso político que distará mucho de hibernar, entre otras cosas, porque en primavera las urnas esperan. Engrasan los partidos su maquinaria electoral, desconocemos aún a los candidatos.
Todo apunta a que la conquista del ayuntamiento de Teruel puede ser cosa de mujeres. La actual alcaldesa del PP, Emma Buj, parece una firme y clásica candidata y aunque se le cayera el símbolo y su proyecto estrella, la piscina climatizada, siga pendiente, tiene un sinfín de votos asegurados porque ésa es la tradición de Teruel, conservadora. El PP aquí sigue teniendo su fortín. Muchas voces y muchas teorías corren por los mentideros de la ciudad. Como la que especula con la marcha de la alcaldesa, si logra ganar, a Zaragoza o Madrid y delegar su cargo una vez esté en marcha la legislatura. Ya sucedió con su predecesor, Manuel Blasco. Precisamente Buj heredó la alcaldía. En los ayuntamientos muchos votantes deciden su apoyo en función del candidato. La valentía y la honestidad está en mostrar las cartas y acudir a las urnas con quien de verdad pueda gobernar. Insisto, es sólo una teoría.
Por el PSOE, Samuel Morón no repetirá, es la única certeza por ahora. A la espera de primarias, otra mujer, muy vinculada a la cultura de la ciudad, podría ser la nueva cara socialista. No seré yo quien desvele su nombre antes de que los compañeros de su partido la elijan. Sea quien sea tiene un duro reto por delante porque la inercia no les favorece. En una capital muy cultural desde hace unos años, el desafío es lograr más implicación por parte de un ayuntamiento que aparece en todas las fotos no por amor al arte, sino por exigencias del guion, porque la mayoría de los promotores de los eventos culturales se quejan de lo mismo, de la cicatería del gobierno actual. Mucha foto y poco dinero que siempre pone en jaque la pasión y vocación de los que emprenden en Teruel una aventura cultural. Vocación y pasión que pierden por el camino ante la poca o nula ayuda que reciben. Por eso, de confirmarse la nueva candidata, ésa sería una buena razón para sumar papeletas entre artistas e intelectuales.
Interesante será comprobar el estreno en las municipales de los que se empeñan en existir y lo lograron en las generales pasadas. Con un diputado en el Congreso y dos senadores, hicieron historia. Fueron los claros ganadores para afrenta de los partidos tradicionales. Por eso tendrán que elegir bien a su líder porque ni la derecha ni la izquierda les perdonan la victoria. La campaña para desacreditarlos será dura, estoy segura. Saben que la marca atrae a los jóvenes, a los pueblos, aunque hablemos de la ciudad. Pueden reeditar triunfo e historia. Vienen de ser cruciales en Madrid. Por ahora han cumplido con lo prometido en la legislatura. Habrá que saber si sus logros y méritos han llegado a los turolenses. Defienden Teruel con uñas y dientes y están lejos de los clichés de la política. Muchos ciudadanos se identifican con ellos y con sus reivindicaciones. Su papel en estas elecciones puede ser esencial.
El PAR tendrá con probabilidad otro nombre femenino, el de directora general de una consejería. Piensen en Aliaga, consejero de industria y aten cabos. Las cuerdas de los paristas deben estar listas para tender mano y trabajo a quien los necesite en el gobierno porque quieren seguir siendo la llave con la que abrir la puerta del despacho del alcalde o alcaldesa que decidan las urnas. Pero son conscientes de que su partido vive una crisis de votos que les resta representación cada legislatura y las disputas internas no ayudan.
No he hecho encuesta alguna, pero no creo que la mayoría absoluta entre en ninguna quiniela. Habrá que ver qué hace Ciudadanos. El actual teniente de alcalde Ramón Fuertes se ha sentido cómodo y respetado por su socia, Emma Buj. Ha sido el timón con el que ha gobernado y liderado las ayudas a los autónomos. Los empresarios lo tienen como un aliado. Pero su partido está a punto de naufragar y no hay que descartar que abandone el barco y se sume a otra tripulación. Quizás las gaviotas acojan su vuelo si es que lo emprende.
Y luego están los partidos unicelulares. Por la izquierda, Chunta, Espacio Municipalista y Ganar Teruel, Vox por la ultraderecha. A los primeros les aconsejaría que fueran de la mano, que se unieran bajo un mismo paraguas que los identifique mejor. Son demasiadas siglas y la confusión en el ciudadano provoca demasiados despistes. El mensaje se difumina y los votos se diluyen.
Vox no tiene siquiera esa posibilidad. Está solo, con un único concejal. Ni espero su suerte ni la deseo. Siempre he desconfiado de los extremos.
La quiniela se cotiza alta. Porque acertar quién goleará a quien no está fácil. Ha habido una pandemia, ahora una guerra que amenaza a un frío y duro invierno. Estamos en clave municipal, pero todo cuenta.
El desafío calienta motores. Suenan tambores, espero que sean por una lucha limpia y con clase. Yo, a falta de averiguar las listas que la protagonizarán, me quedo con otro desafío y otros tambores, los que redoblan por Buñuel cada agosto y llenan Teruel de cine y talento. Increíble lo que ha cosechado este festival en sólo 5 años. Los halagos no cesan, vienen de todos lados, de los patrocinadores, de los actores aclamados, de los que marchan cada agosto queriendo volver. Pero ésta es otra película, lo sé. Inspira orgullo. Es a lo que tendrían que aspirar todos aquellos que quieran hacer historia en las próximas elecciones.