Tras el accidentado congreso del PAR, se pueden sacar varias conclusiones: Ganó Arturo Aliaga, sí, aunque por el estrecho margen de 20 votos y con el 50% del congreso en contra. Alguien le puede recordar a Aliaga lo que anunció al presentar su candidatura a la presidencia del partido. Aseguró que dimitiría al día siguiente si conseguía sólo el 51% de los apoyos. ¿Dimitirá? Altamente improbable.
Segunda conclusión: Perdió Elena Allué, aunque ella se considera la ganadora moral porque luchaba contra el aparato aragonesista. Alguien también puede recordarle si valía la pena presentar una candidatura alternativa para obtener estos escasos frutos, si era necesario abrir el partido en canal con su candidatura para caer derrotada. El humorista José Mota lo diría de una forma muy suya: “Si hay que ir se va, pero ir pa na, es una tontería”.
Tercera y última conclusión: Sinceramente, no ganó nadie. Todos perdieron. Y perdió el PAR porque tras la batalla el panorama es desolador. Un partido que está dividido en dos mitades que se lanzan acusaciones muy serias. Deslealtad que ha dado lugar al cese de Allué como directora general de Turismo, pucherazo, irregularidades, traiciones, recursos judiciales, son algunos de los misiles que se cruzan los bandos.
Palabras muy gruesas, que nunca se habían oído en la larga historia del PAR.
Un partido que lo ha sido todo en Aragón. Que ha quitado y ha puesto gobiernos, como el actual cuatripartito por ejemplo. Ha sido, como decía muy gráficamente José Ángel Biel, el clavico que le hacía falta al abanico de la gobernabilidad. El PAR ha sido imprescindible en la historia autonómica de Aragón. Ahora, con sus sólo tres diputados, se juega su propia supervivencia de aquí a un año y medio.
También se debate entre la vida y la muerte Ciudadanos, el partido que ahora podía estar gobernando con los socialistas en el Pignatelli, pero que un hiperventilado Albert Rivera lo impidió. El partido naranja lleva meses desangrándose por goteo. Esta semana ha incrementado su agonía con una cascada de dimisiones en bloque de las direcciones naranjas en Zaragoza por desavenencias con el dirigente regional Daniel Pérez Calvo.
El centro derecha aragonés se disuelve reforzando al bipartidismo.