Iniciamos una semana clave para los pactos. Una semana que finalizará el próximo sábado día 15 con la constitución de los 731 ayuntamientos de la Comunidad Autónoma.
Antes, mañana martes, echará a andar la Asamblea de Madrid, un acontecimiento que va a clarificar mucho el tablero político no sólo nacional, sino también el de Aragón
Porque, ¿cómo está el tablero político aragonés en estos momentos? Pues, muy agitado desde que el Partido Socialista y el Partido Aragonés oficializaran el pasado viernes una coalición para el Gobierno de Aragón que a nadie debería sorprender. Se estaba especulando con esa posibilidad desde la noche del 26 de mayo, cuando el análisis sosegado de los datos dejó ver que la llave de la DGA la tenía Ciudadanos sí, pero el PAR, con los peores resultados de su historia, volvía a ser clave en la gobernabilidad. Arturo Aliaga se convirtió esa noche, con sólo tres diputados, en el rey de la mesa de negociación. En el clavico del abanico como gustaba decir a su antecesor en el cargo, José Ángel Biel, muy activo en la negociación entre bambalinas.
La reunión entre Javier Lambán y Arturo Aliaga duró 55 minutos. Todo estaba hablado desde hacía días y sólo era necesario hacer visible el acuerdo en las Cortes, delante del cuadro de Ruizanglada, titulado Aragón. Porque uno y otro insistieron ante la prensa en que su pacto apuesta por la centralidad y tiene a Aragón como eje programático.
Con la calculadora en mano, es evidente que el acuerdo entre socialistas y aragonesistas es insuficiente numéricamente. Ambos partidos suman 27 diputados y están lejos de los 34 necesarios para la mayoría absoluta. Esperan hacer que su pacto sea transversal sumando de esta forma a Ciudadanos, que se mantiene por ahora enrocado en su frente de las derechas a la espera de lo que diga Madrid. Si fracasa la vía de Ciudadanos, se abren nuevas posibilidades y podría entrar en juego Chunta Aragonesista.
Mientras llega el sábado 15, lo que está fuera de toda duda es que el acuerdo entre PSOE y PAR, que tienen una larga experiencia de doce años de compartir gobiernos autonómicos, ha logrado frenar en seco la aventura de un posible cuatripartito de derechas en la DGA.
De forma gráfica, podríamos decir que el rey Arturo, blandiendo su espada excalibur, ha segado las cabezas de los diputados de Vox y va a escoltar a su vasallo Lambán hasta las mismas puertas del Pignatelli.