En los últimos 40 años, hemos pasado de hablar de beneficiencia a servicios sociales. El cambio ha sido espectacular.
Precisamente, la persona que logró que en la Constitución del 78 se hablara de asistencia social en lugar de beneficiencia fue un aragonés, el oscense Sebastián Martín Retortillo. Con el primer Estatuto de Autonomía ya se plantea la cuestión de los servicios sociales, pero en el primer gobierno autonómico de Santiago Marraco, su consejero de Servicios Sociales, Alfredo Arola, ya planteó la estructura actual. Son unos servicios sociales que se gestionan desde las entidades locales y que son los comunitarios, y los servicios que presta el Gobierno de Aragón. Y en la reforma del Estatuto de 2007 se concretan muy bien cuáles son las competencias del Gobierno de Aragón en materia de servicios sociales.
¿En qué situación se encuentra en la actualidad el considerado Cuarto Pilar del Estado de bienestar?
El Cuarto Pilar es muy necesario en una sociedad porque hay que tener en cuenta que no tenemos una ley estatal de servicios sociales. La única ley estatal que tenemos es la de Dependencia. Y esa es una reivindicación que siempre se ha planteado. Para que los servicios sociales sean fuertes deberían estar garantizados en una ley del Estado pero, teniendo las competencias en las comunidades autónomas, se ha hecho un gran esfuerzo organizativo y presupuestario garantizando que la ciudadanía tenga esos servicios. ¿Qué ciudadanía? Pues los mayores, los menores que están de protección, las personas vulnerables. Una sociedad no crece si tiene grandes niveles de desigualdad y colectivos que se quedan al margen. Podríamos decir que los servicios sociales son una empresa que crea puestos de trabajo, fundamentalmente femeninos, y en todo el territorio de la comunidad. Es un servicio que mejora la calidad de vida de las personas y crea puestos de trabajo en toda la comunidad.
¿Qué papel que han jugado las comarcas en la gestión de los servicios sociales?
Su protagonismo ha sido importantísimo. Ha sido fundamental desde el inicio de las comarcas. Paulatinamente, las comarcas han tenido más competencias en la prestación de servicios sociales. Por ejemplo, las comarcas gestionan desde la pasada legislatura la teleasistencia y la ayuda a domicilio de las personas dependientes. De esta forma, se dan más servicios a las personas mayores que se quedan en sus pueblos. Es evidente que para permanecer el mayor tiempo posible en sus domicilios deben tener unos servicios. La ayuda a domicilio supone muchos puestos de trabajo.
¿La pandemia ha puesto a prueba la prestación de los servicios sociales?
Evidentemente. Las comarcas han dado la mejor respuesta a todas las personas dependientes. En algunas comarcas se ha llamado a los mayores diariamente para ver cómo se encontraban, sobre todo en ese momento de soledad. Se han llevado comidas a domicilio y las medicinas. En las comarcas se ha hecho un trabajo con el covid impresionante de ayuda a las residencias, de envío de material y de apoyo a los mayores. La sociedad tiene que estar muy satisfecha del trabajo que se ha realizado. Debo decir que el personal de servicios sociales está muy comprometido con el trabajo que realiza.
En una comunidad como Aragón tan envejecida, las necesidades de gasto son cada vez mayores en materia social.
Hay datos que son muy elocuentes. Hace diez años, teníamos 266.000 personas mayores de 65 años. Hoy tenemos 286.000. Además, casi el 22% de la población es mayor de 65 años. Además, tenemos una población muy envejecida. Hay casi 700 personas mayores de 100 años, cuando hace poco un centenario era algo excepcional. Afortunadamente, tenemos una esperanza de vida muy alta y hay que dar respuestas. De ahí surge el Plan del Mayor: generación de cambio, un proyecto con 49 medidas en el que estamos trabajando y en el que contamos con la opinión de nuestros mayores. Pretendemos dar respuesta a las necesidades de los mayores contando con ellos. Por ejemplo, en un hogar de mayores debemos ofrecer, además de las actividades programadas, aquellas que a ellos les interese como conversaciones en francés, clases de guitarra, pintura… es decir, actividades que los mayores desean hacer y pueden hacer.
¿Cómo deberían ser los servicios sociales del futuro?
Lo que me gustaría es que siempre se avanzara. Ha habido momentos en Gobiernos anteriores en los que la consejería desapareció y se unió a la de Sanidad, que es lo peor que puede pasar. Los servicios sociales tenían apenas un rinconcito en una consejería tan grande como la de Sanidad. Y me gustaría también pensar que los servicios sociales tienes que estar sujetos a modificaciones como en definitiva se modifica la vida. Hay que lograr que las personas sean más felices. Cuando hacen muchas cosas de mayor, tienen menos miedo a envejecer.
Artículo publicado en El Periódico de Aragón