A Carlos Pérez Anadón le ha tocado lidiar un toro de enormes proporciones en su salto a la alta política aragonesa.
Anadón ha sido casi todo en política: concejal de Fuentes de Ebro, vicepresidente de la DPZ, presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro, delegado del Gobierno en Aragón, director general de Política Interior en la etapa de biministro de Juan Alberto Belloch y teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Zaragoza.
Ahora ha sido rescatado por Javier Lambán para ocupar la muy incómoda plaza de consejero de Hacienda del cuatripartito. Le ha tocado en suerte el marrón de administrar la miseria económica de la Comunidad en una etapa compleja y de fuerte convulsión, en la que el Estado ha colgado el cartel de cerrado por elecciones y ha cerrado el grifo del dinero que destina a las autonomías.
Además, Anadón se ha encontrado en la sede de la Consejería de la Plaza de los Sitios una situación nada envidiable con muchas urgencias, provocadas por la falta de un presupuesto en 2019 – la Comunidad funciona con las cuentas del 2018 prorrogadas- y la necesidad de sacar adelante en tan solo tres meses un proyecto presupuestario que eche a rodar el 1 de enero de 2020 y que, rizando el rizo de la esquizofrenia, sea del agrado de los cuatro partidos que integran la alianza en la DGA.
No parece que le vaya a faltar cintura política en la negociación con sus socios (posee sobrada experiencia). Y por lo que se pudo comprobar ayer en su estreno en la tribuna de oradores, el veterano socialista no le tiene miedo al combate parlamentario. El cuerpo a cuerpo que protagonizó con la popular Carmen Susín fue intenso y recordó a los numerosos y sonoros duelos que mantuvo la pareja formada por el entonces consejero de Hacienda, Fernando Gimeno, y el popular Antonio Suárez.
Visto lo de ayer, la cosa promete.