Hemos hecho un pan como unas tortas. Es más o menos lo que deben estar pensando hoy lunes 11 de noviembre quienes han vuelto a poner a este país al borde del precipicio.
Mover todo para volver al principio. No lo admitirán en voz alta, pero saben que todos tienen su parte de culpa de esta situación ingobernable. Todo está más complicado ahora que en abril, pero sólo el hecho de atisbar en el horizonte unas terceras elecciones provoca tales niveles de pánico que no van a tener más remedio que guardar en el cajón tanta bilis y tanta testosterona. Más que nunca urge el diálogo de altura y sobra la política de marketing.
El PSOE de Aragón está que se sale. Ha subido en votos y en Huesca ha obtenido un escaño más a costa de Ciudadanos. El partido de Rivera ha desaparecido de Aragón. Lo que la ola naranja le dio en abril, el tsunami provocado por la estrategia esquizofrénica de Rivera se lo ha quitado meses después en las tres provincias. Echenique ha logrado salvar a duras penas su escaño en un Podemos que quiere pero no puede, Vox pasa a ser la tercera fuerza política por detrás del PP, que se recupera de las heridas de abril, y fracasa el desembarco de Errejón en Aragón con la CHA, y, en consecuencia, fracasa también el aragonesismo, que está atravesando por su peor momento en 40 años de democracia.
Por primera vez, Teruel Existe, con casi 20.000 votos, ha logrado la gesta de entrar en un Congreso cada vez más fragmentado, dominado por los extremos, por los nacionalistas de derechas y de izquierdas.
Lo dicho, hemos hecho un pan como unas tortas.