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Itxaso Cabrera, diputada de Podemos: “No hay que dejar atrás a nadie y que no paguen los platos rotos los de siempre”

Queridas y queridos:

¡Qué alegría recibir vuestros mensajes preguntando cómo nos iba! Como bien sabéis la vida en las Cortes de Aragón se ha cambiado al teletrabajo, nuestra actividad legislativa ha pasado totalmente a la pantalla, al teléfono y a la lectura incesante de decretos y nuevas normativas que llegan a destajo por parte del Ejecutivo central y autonómico.

Las consultas y dudas de la gente se triplican y hemos atravesado unos días de tanta sobreinformación que ha sido fundamental que las y los diputados hayamos colaborado en la desarticulación de bulos, guiando en cierta manera a encontrar información oficial y fidedigna. Además, se ha constituido una Comisión de seguimiento en la que estamos una parte de la Mesa de las Cortes, donde valoramos diversas medidas que van llevándose a cabo en relación con la actividad institucional, no solo hacia las y los diputados, sino también hacia todo el personal de la casa.  

Os diré que también está siendo tiempo de adelantar trabajo, de hacer disminuir la torreta de pendientes, de darle buen tute a lecturas que siempre quedaban en el tintero, informes un poco atascados y organizar con sosiego aquellos correos que siempre intentas responder con la calma que nunca esperabas que llegara.            

Los días en casa digamos que con cierta rutina y organización son intensos: se incrementan las relaciones sociales online con quedadas entre familiares y amistades de aquí y allá así como con entretenimientos varios que llegan por múltiples vías para hacer bajo techo. También son momentos de preocupación. Puedo decir que me siento una privilegiada, alguien que simplemente espera de forma calmada a que pase esta marejada sanitaria y que la resaca económica no sea tan grande como la anuncian.

Al mismo tiempo, me invade un mar de dudas cuando pienso en quienes no son tan afortunadas como la que te escribe. Vivimos en 2008 una gran crisis, de aquellos oleajes viene hoy el tambalear de ciertos cimientos: los servicios públicos, básicos, los pequeños negocios, los derechos de las personas más vulnerables… que se enfrentan ahora a futuros inciertos. Son días de desvelos y de darle vueltas a la cabeza. Os mentiría si os dijera que no hay lectura nocturna o séptimo arte antes de dormir, pero tras esa desconexión hay pensamientos que le dicen a Morfeo que aguarde un ratito más antes de entrar en mi cuarto.                

Ahora más que nunca son necesarias esas medidas que tantas veces en tribuna hemos defendido: no dejar a nadie atrás, que no paguen los platos rotos los de siempre y que los de arriba no sean los que, si me permitís la expresión, se salven su propio culo sin importarles en absoluto lo que le puede ocurrir al resto.

Os decía que es tiempo de poner en marcha esas palabras de defensa del modelo de cuidados que tantas veces habréis escuchado desde vuestro discreto rincón que os da una visión panorámica y privilegiada de los Plenos que concurren en las Cortes de Aragón. Es ahora cuando nuestras teorías políticas construidas en las calles y defendidas en la Aljafería han de ser aplicadas más que nunca. Es en las épocas críticas cuando aquello que no se había consolidado se resquebraja antes de lo que nos gustaría. De nuevo en esta situación que atravesamos el sustento recae sobre las mujeres, sobre las que siempre son invisibles, sobre las que desarrollan los trabajos primordiales. Debemos pues seguir trabajando para que no se queden atrás las mismas de siempre.

Es tiempo no solo de cuidarnos, si no de cuidar a quien cuida, de incrementar un modelo que piense en las personas y que posicione la vida en el centro antes que cualquier beneficio individualista. Es cuanto menos paradójico que sea en esta crisis mundial cuando nos estemos dando cuenta que lo fundamental somos las personas, que somos más sociables de lo que creíamos y que cuestiones como la investigación, la innovación, los avances científicos… son las redes que podrán salvarnos de esos mares plagados de interrogantes.        

¡Perdonad por la chapa! lo cierto es que son días raros, ¿quién nos iba a decir que comenzaríamos así la primavera? Así, invadiendo las terrazas pero esta vez las de nuestras casas. Tengo suerte, soy una de esas personas que tiene unas ventanas hacia una plaza enorme donde, con mis malos cálculos a “ojímetro”, os diré que puedo divisar alrededor de quinientas vecinas y vecinos. Al sonar las ocho de la tarde de forma unánime salimos a aplaudir. El primer día fue claramente hacia las y los sanitarios, gritos de “¡viva la sanidad pública!” rompían el compás de tantas palmadas. A medida que pasan los días cientos de gremios han sido animados desde los balcones y supongo que en la conciencia de cada cual aplaudimos a quienes aparecen en nuestra memoria y protestamos contra quienes creemos que deberían de dejar paso a etapas que no sean tan en blanco y negro, y es que ¡menuda también la que se ha liado en palacio! pero no en el nuestro: en el de los monarcas, y no quisiera resultar grosera pero estaría genial que se defendiera y protegiera a nuestros servicios públicos, comunes y como estamos comprobando, imprescindibles y no a una familia privilegiada con ciertos aromas de ese pasado tan oscuro.

Pero bueno, no me voy por otros cerros, nos daría para otra carta, quizá como os decía: ahora eso de “de puertas para adentro” se ha eliminado y nos hemos llevado las calles que hace poquito se iluminaron de color morado y las plazas donde festejábamos la vida, al balcón para seguir con la red vecinal entre los tendederos y las telas de arcoiris que nos dicen que algo está cambiando y nunca pensamos que sería de forma tan puntual y con tantos vítores. 

Nos seguimos leyendo, os mando un abrazo enorme de ánimo. Gracias a quienes permanecéis con vuestras plumas incansables, con vuestros teclados infatigables y con el ingenio necesario para que nadie decaiga estos días.

Sobre todo: cuidaos mucho y espero noticias vuestras muy pronto.        

Un abrazo enorme desde casa,       
Itxaso.

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
-así en la costa un barco- sin que el partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la victoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.
Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguarda sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.
Antonio Machado