Ahora que llega San Valentín y que faltan pocos meses para la trascendental fecha del 26 de mayo, cuando se celebrarán las elecciones autonómicas, municipales y europeas ¿generales?, es imposible no fantasear con los amoríos poselectorales que surgirán tras la cita con las urnas. A estas alturas, es evidente que el amor político, que no el verdadero, sino el amor por el poder del sillón y de la poltrona, va a ser en esta ocasión cosa de tres, y no de dos, como estábamos acostumbrados hasta ahora en esta comunidad con alianzas del tipo PP y PAR o PSOE y CHA.
Que nadie lo dude, el amor que logre conquistar el edificio Pignatelli y las principales instituciones aragonesas será cosa de tres en la próxima legislatura. En la derecha y en la izquierda.
“El socialista Lambán y el popular Beamonte pugnarán por ser los machos alfa del lugar. Y lucharán por atraerse a Ciudadanos, cuyo color naranja estará muy de moda esta primavera. A un lado y a otro, Podemos y Vox intentarán sumarse al trío. Cada uno por su lado, eso sí, sin mezclarse.”
Y CHA deseará no perder el tren, ahora que los aragonesistas han impulsado la remodelación de la estación internacional de Canfranc.
Será un amor compartido, que seguramente provocará celos, odios, carantoñas furtivas, e incluso podría acabar en tragedia, eso sí aragonesa.