Mientras Pedro Sánchez y Pablo Casado marean la agenda y ralentizan el inicio del diálogo, Aragón se ha puesto a trabajar ya en la búsqueda de un gran acuerdo social y político para la reconstrucción de la comunidad, una vez que pase la pandemia del coronavirus. El proceso de diálogo, que el presidente aragonés, Javier Lambán, ha bautizado como “Los Pactos del Pignatelli”, en alusión al nombre de la sede del Ejecutivo autonómico, logró reunir el pasado viernes en torno a una misma mesa a los ocho partidos con representación parlamentaria -incluidos PP y VOX-, los agentes sociales y los representantes de todos los municipios de la comunidad.
“Reconozco abiertamente que yo solo no puedo con esto y que mi Gobierno no puede solo con esto”. Esta frase pronunciada en voz alta por el presidente aragonés en el pleno de las Cortes del miércoles pasado resume perfectamente cómo quiere el Gobierno afrontar la crisis, con consenso y buscando el acuerdo con todos. “Quiero que entre todos seamos capaces de alcanzar esas soluciones”. A diferencia de lo sucedido en la política nacional, el diálogo entre el Gobierno y la oposición está siendo fluido desde que se inició la cuarentena. De hecho, Lambán ha informado puntualmente a los portavoces parlamentarios del desarrollo de la crisis y la consejera de Salud, Pilar Ventura, ha mantenido encuentros informativos.
A lo largo de este tiempo no se han roto los puentes de diálogo político, lo que sin duda ha contribuido a visualizar con rapidez la foto de unidad del pasado viernes, que contó con la participación de todos los partidos del arco parlamentario: Vicente Guillén (PSOE); Luis María Beamonte (PP); Daniel Pérez (CS); Clemente Sánchez Garnica (PAR); Gregorio Briz (CHA), Marta Prades (Podemos), Álvaro Sanz (IU) y David Arranz (Vox); además de los representantes de los agentes sociales: Daniel Alastuey (UGT); Manuel Pina (CC.OO); Ricardo Mur (CEOE-Aragón) y Aurelio López de Hita (Cepyme); y el presidente de la Federación Aragonesa de Municipios, Comarcas y Provincias (FAMCP), Luis Zubieta. Teruel Existe ha reclamado su incorporación a esta Mesa de diálogo, algo a lo que Lambán se ha negado hasta ahora.
“Hoy los aragoneses pueden estar más tranquilos que ayer y tener más seguridad y confianza en su futuro y empezar a ver un horizonte de esperanza y nosotros nos hemos comprometido a no defraudar esa expectativa. Es nuestra obligación y la unidad será sinónimo de éxito. Por el contrario, la desunión será sinónimo de fracaso”, afirmó Lambán con satisfacción al valorar el éxito de la convocatoria del viernes. El Gobierno de Aragón pretende que el plan de reconstrucción de la comunidad sea complementario al que se apruebe en Madrid con los Pactos de la Moncloa. No obstante, Lambán ha remarcado que se adecuará a la realidad aragonesa y que pondrá el acento en el impulso a sectores estratégicos de la comunidad como la automoción, el turismo, la agroalimentación y la logística, entre otros. También favorecerá la industria farmacéutica y la investigación, dos sectores que se han rebelado claves en la crisis provocada por el coronavirus.
Aragón, tierra de diálogo y pactos
Que Aragón ha sido históricamente una tierra de pactos y de acuerdos no es ni mucho menos una frase hueca. La reciente historia autonómica está llena de ejemplos de que la cultura del consenso está muy enraizada en la vida política aragonesa. Hace 31 años que la Comunidad está en manos de coaliciones de gobierno. El recientemente fallecido Santiago Lanzuela formó parte precisamente del primer Gobierno de coalición del PP con el PAR de Hipólito Gómez de las Roces, quien no tuvo más remedio que aceptar a mitad de legislatura la entrada de los populares en un Ejecutivo de mayoría frágil. Lanzuela ocupó la Consejería de Economía. Desde entonces, el PAR ha gobernado en coalición con el PP e incluso también con el PSOE –durante tres legislaturas-, a pesar de ser su principal enemigo político, ya que le echó del Pignatelli con una moción de censura. Y rizando el rizo de lo inimaginable hasta ahora, un pacto inédito ha logrado reunir en el actual Gobierno a enemigos que parecían irreconciliables como son PAR y Podemos, junto a PSOE y CHA.
El Pacto del Agua, que logró el acuerdo en 1992 de todas las fuerzas políticas de las Cortes en torno a un tema tan espinoso en Aragón como es el conflicto hidráulico, o la aprobación de la reforma amplia del Estatuto de Autonomía que situó a Aragón a la cabeza de las comunidades llamadas de vía lenta, las que accedieron a la autonomía por la vía del artículo 143 de la Constitución española, son otros ejemplos de la importancia de la palabra pacto en la política aragonesa.