El Salud no funciona

Margarita Barbáchano
Margarita Barbáchano

En periodismo son muy importantes los testimonios para conocer que algo no funciona bien. Y es nuestro deber como profesionales sacarlos a la luz una vez contrastada la fuente. Voy a contarles el caso de María (nombre figurado, usuaria del Salud). María se cae de espaldas por las escaleras de su casa la noche del 23 de marzo. El trompazo es tan fuerte –me cuenta– que la recogen en ambulancia porque no puede moverse sin aullar como un animal herido. En las ocasiones que vuelve a las Urgencias colapsadas del Servet, porque los analgésicos apenas calman su dolor, le hacen 3 RX, y los médicos que la atienden, el doctor Pedro Feligreras y Erika Pérez, afirman que no hay fractura nueva, solo es una contusión con intenso dolor. Medicación fuerte y a casa. A partir de aquí el calvario de María continúa cinco meses después. Ella sabe que hay algo más porque la recuperación no llega. Pero el sistema ya ha puesto en su historia que no hubo fractura con lo que este dato condiciona todo el seguimiento de la paciente. “Señora, este proceso es lento, tome analgésicos”. María solicita en su centro de Salud que la deriven a un especialista y a rehabilitación porque ya no puede más. “Hay lista de espera de más de un año”, le dicen. María sigue con sus dolores y drogada todo el día para aguantar.

Hasta sus allegados le dicen para tranquilizar su ánimo destrozado que «qué suerte has tenido no te has roto nada». Los informes de los dos médicos de Urgencias que se equivocaron marcan el proceso. Pero María es luchadora y siente que cojea al andar, que va encorvada, que no puede subir a un bus, que no puede ir sola a ningún sitio, que se marea y teme caerse por la calle: que es dependiente de otros que quieran ayudarla, que está enganchada a las pastillas que le recetan para disimular el dolor. Un día, saltándose todo el recorrido de citas previas, llamadas agotadoras para tratar de hablar por teléfono con su reumatóloga de siempre del Clínico, Concha Delgado, lo consigue, y le ruega que mire en el ordenador las RX del Servet. El 24/05/22 escribe: “Posible fractura reciente de L1”. Además solicita que le hagan una gammagrafía en medicina nuclear para confirmar más lesiones. Esta prueba es muy precisa y confirma que hay fractura en L1 y aplastamiento vertebral. María desolada espera que el Salud la citen a consulta de especialista y contesten a preguntas sencillas: “Y ahora qué hago”. “¿Qué tratamiento sigo?” “¿Necesito empezar rehabilitación?”. «Me tengo que quedar todo el día en la cama”. “¿Puedo caminar un poco?”… Se siente perdida, abandonada. No obtiene respuestas. María antes de desmoronarse insiste perdiendo toda una mañana llamando a distintos números y extensiones para saber en qué momento está prevista su consulta con una reumatóloga nueva. La doctora Delgado se ha jubilado. En citaciones le adelantan que la doctora Aznar la citará en septiembre.

María se rompe cuando termina el relato. Yo también, escuchando su impotencia y su lucha de cinco meses sin soluciones como consecuencia de un mal diagnóstico y del blindaje y distanciamiento del Salud. “El dolor es el fracaso de la medicina”, me dice al final.

Artículo publicado en El Periódico de Aragón