Lleva Teruel toda la vida reclamando su lugar en La Tierra sin sospechar que quizás su gran oportunidad estaba en la estratosfera. Porque a 20 kilómetros de altitud, por encima de los aviones, por debajo de los satélites, será el espacio donde trabajará la empresa Sceye a finales del año 2024 y lo hará desde Teruel. Con matriz en Suiza, aunque ahora opera en Roswell, Nuevo México, ha elegido el sur de Aragón para instalar su base europea. Aquí invertirá 35 millones y creará 135 empleos de tan alta cualificación como sus vuelos y otros 540 indirectos.

Su presidente, Mikkel Vestergaard, aseguraba en la presentación que fue la Agencia Espacial Europea la que les aconsejó que aterrizaran en Teruel por su cercanía al mar y por la escasez de vientos para despegar. Eso y el clima político “favorable” que reina en Aragón. Debe ser un microclima, tan acostumbrados estamos a que los gobernantes se preocupen más de tender los trapos sucios de sus oponentes que de resolver los problemas de los que estamos a su merced. Así que aquí va un ejemplo de cómo la unión y la concordia consiguen hitos y hasta cumplen sueños que ni siquiera habíamos imaginado.

Y será un hito, primero para Teruel, porque va camino de convertirse en el primer estratopuerto del país y uno de los escasos que hay en Europa. También para el planeta por la misión que pueden llevar a cabo los zeppelin de esta empresa estratosférica. En un verano terriblemente histórico por incendios voraces en casi todo el país, con tormentas violentas y tornados inéditos, se antoja clave investigar y trabajar sobre lo que nos depara una poderosa naturaleza que, decepcionada y airada por cómo la hemos tratado, descarga toda su furia apedreándonos con fenómenos meteorológicos extremos.

Desde allá arriba, a dos veces y medio la altura del Everets, los zeppelin observarán y fotografiarán el cambio climático. Podrán monitorizar la calidad del aire y las emisiones de efecto invernadero, detectar incendios forestales y contener los desastres naturales antes de que sus consecuencias sean catastróficas.

Y aunque estamos hablando del futuro del planeta, que es más presente que nunca, Sceye puede obrar otros milagros, porque un prodigio sería para Teruel la banda ancha inalámbrica en áreas sin cobertura. Ellos apuestan porque la conectividad sea universal.

Y con el universo hemos topado porque esta tierra también quiere llegar hasta él y la empresa estratosférica es un alegato estelar más para alcanzarlo. Teruel está en la carrera para lograr convertirse en la Agencia Espacial Española. Compite, de momento, con los municipios madrileños de Robledo de Chavela y Tres Cantos, Sevilla (la favorita por ahora), León y Cebreros, en Ávila. En otoño sabremos si la historia le brinda la oportunidad a Teruel. No está fácil. Alguna ministra ha apostado públicamente por la capital andaluza, aunque tendrán que argumentarlo muy bien porque la agencia es uno de los primeros organismos en descentralizarse. El Gobierno de Madrid le tomaba la palabra a Teruel Existe que pedía que algunas instituciones hicieran su mudanza hacia la que llaman la España Vaciada. Y ése es precisamente uno de sus propósitos. Uno de los requisitos para albergar la sede espacial es la despoblación y Sevilla está lejos de ser un desierto demográfico, más bien al contrario, es la cuarta ciudad más poblada del país. En Teruel, ese microclima político y social, hace que soplen vientos a favor de semejante misión. Se ha logrado la unanimidad por apoyar la causa. La candidatura lleva la firma de los que gobiernan, los que opositan, los intelectuales, los artistas y la calle.  Un proyecto liderado por la consejera de Ciencia, Maru Díaz, de Podemos Aragón, muy implicada en lograr llevar Teruel hasta la luna y hasta donde haga falta para que esta tierra se llene de esperanza y vacíe la deuda histórica por el olvido de todos en décadas.

Aunque tenemos sobradas razones para ser el Cabo Cañaveral español. En cuestión de días ensayarán en el aeropuerto turolense el motor del primer cohete del país en lanzarse al espacio. En otra cima, en el ático aquí, en Javalambre, los científicos del CEFCA ya participan en su primera misión meteorológica con la agencia espacial europea porque están a punto de enviar allá arriba al satélite Euclides. Sólo dos observatorios en el planeta tomarán datos desde tierra, Teruel y Hawai, porque nuestros cielos están considerados entre los mejores del mundo para observar las estrellas, para abrazarlas. Así que esta provincia va como un cohete pilotando su futuro hacia el más allá. Quién iba a decirlo cuando reclamábamos el más acá. Si leyera estas líneas algún ministro o ministra les diría que ahora sí tienen la oportunidad histórica de sacar a Teruel del abandono, de amparar a un territorio que ha liderado y contagiado a la España interior de su lucha por existir. Sería un pequeño paso para el Gobierno de Madrid enorme para Aragón y Teruel que encontrarían en el universo su nuevo mundo

Por Conrad Blásquiz

Me llamo Conrad Blásquiz Herrero, soy periodista, consultor en comunicación y un apasionado de la información política. Soy autor del libro “Aragón, de la ilusión a la decepción ¿la Autonomía en crisis? “. Durante más de 15 años, he recorrido diariamente los pasillos del Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón, escribiendo sobre la actualidad parlamentaria de la Comunidad Autónoma para las páginas de El Periódico de Aragón.