Este confinamiento derivado del Covid 19 y la situación general que estamos viviendo me ha cambiado, como a muchos, la forma de mirar, escuchar y sentir la vida.
Como si se tratase de un duelo, las primera semanas han sido duras y desgarradoras, como un mal sueño. La realidad se va imponiendo poco a poco y con esa asombrosa capacidad de adaptación que tenemos y que, sobre todo, los niños y jóvenes nos están demostrando, aceptamos continuar con una nueva y diferente rutina.
Cada uno en función del lugar y circunstancias que nos han tocado en este momento vivir, transitamos esta experiencia llena, en algunos momentos, de impotencia, rabia, miedo, tristeza pero, sobre todo, llena de solidaridad, compasión y amor. Y esto último es lo que me interesa compartir sobre mi confinamiento.
No puedo más que agradecer a diario mi salud y la de mi familia, agradecer el privilegio de vivir en un pueblo, en una casa rodeada de monte y naturaleza. Esta primavera escucho cantar como nunca a los pájaros y observo a diario la evolución de las flores y plantas. Escucho y leo a mi familia, amigos y compañeros de trabajo con una frecuencia, en algunos casos, mayor de lo habitual y saboreo cada beso y abrazo de mi marido e hijos, sintiendo no poder hacer lo mismo con mis padres. Hago breves paseos con Pelusa, nuestra perra, disfrutando como nunca de su compañía.
Me enorgullezco del comportamiento de mis vecinos de Estadilla, de la labor de su ayuntamiento, trabajadores, voluntarios y servicios esenciales de la localidad. Admiro la labor que se está haciendo desde nuestra comarca del Somontano, especialmente con los colectivos más frágiles y vulnerables.
Me quedo con todo lo positivo que nace de este momento inesperado. Con los saludos emotivos, con los aplausos, con el cariño demostrado en gestos sencillos hacia nuestro mayores, a quienes tanto debemos, con las lágrimas compartidas de dolor ante la pérdida de vecinos, familiares y seres queridos.
Y pienso que es un momento único para parar y reflexionar, para mirar hacia dentro, cada uno de nosotros y pensar si esta sociedad y mundo que habitamos, queremos que siga siendo igual o queremos cambiar algo.
No me sirve culpabilizar a los que gobiernan y a todos aquellos que toman decisiones importantes en momentos difíciles. Me entristece la queja y la crítica oportunista. Creo realmente que es momento de introspección y búsqueda interior y al mismo tiempo de sentirnos UNO para poner lo mejor de nosotros mismos en la lucha y cambio que como sociedad merecemos y que la naturaleza y el universo nos están pidiendo a gritos.
A todos aquellos que se están exponiendo por su trabajo en primera línea a la enfermedad, mi total admiración y reconocimiento. A todos aquellos que trabajan de forma anónima para hacernos la vida posible, mi respeto y admiración. A los que gestionan recursos y personas, legislan, trabajan por el interés general, mi ánimo y reconocimiento. A todos los que cumplen su confinamiento y son responsables, gracias.
Este es momento de reinventarnos, de construir, de responsabilidad común, de solidaridad sin límites, de amar y de compartir. El tiempo ha perdido parte de su valor….la vida lo tiene todo.
Hace un año mi trabajo profesional era como enfermera en el Hospital de Barbastro, en la actualidad mis responsabilidades son como diputada regional en las Cortes de Aragón. Qué afortunada me siento y con que orgullo miro a mis compañeros, los anteriores y los actuales en el desempeño de su trabajo, en tiempos tan adversos.
Ojalá sepamos encontrar cada uno nuestro lugar, nuestro SER en esta sociedad herida y sepamos andar juntos con nuestras singularidades y diferencias, hacia un futuro que aunque duro y difícil es prometedor.