Carlos Roberto de Oliveira, más conocido como Roberto Dinamita, fue un famoso futbolista brasileño que, a principios de la década de los 80 del siglo pasado, fichó por el Fútbol Club Barcelona avalado por su fama de crack goleador. En el club azulgrana, sin embargo, al brasileño se le mojó pronto la pólvora y apenas duró los meses de invierno. Su primer enemigo fue el termómetro: venía de la playa de Copacabana y el frío de Barcelona le paralizó. Nada más llegar, le robaron del coche el único abrigo que había traído. Tampoco le agradaba embarrarse. Lo demostró en un partido que disputó en Bilbao, en un San Mamés impracticable tras caer un fuerte aguacero y del que él, un killer del área, salió milagrosamente indemne, sin una mancha de fango en sus botas relucientes.
Todo esto viene a cuento que a nadie le gusta enfangarse. Ni a los futbolistas y mucho menos a los políticos, ni siquiera `para recorrer a pie el paisaje inundado por un Ebro bravo que, últimamente en más ocasiones de lo normal, como consecuencia del cambio climático, reivindica su espacio perdido entre infraestructuras de hormigón.
El presidente del Partido Popular de Zaragoza, Ramón Celma, muy fan de acaparar el foco mediático, debió pensar precisamente que Pedro Sánchez necesitaba unas botas de agua para evitar ensuciarse en su visita del martes pasado a Pradilla y logró entregarle un par sorteando el estrecho cordón de seguridad del presidente.
El obsequio envenenado del popular, cargado de ironía, tuvo rápida respuesta en las redes sociales. Algunos tuits reprocharon a Celma que él llevara mocasines, un calzado inapropiado para caminar por la orilla. Algo que él negó en su perfil de Twitter enseñando sus zapatos sucios. El secretario de Organización del PSOE de Aragón, Darío Villagrasa, también le recordó la visita de Mariano Rajoy en 2015, en la anterior riada, y en la que ni el entonces presidente ni la presidenta Luisa Fernanda Rudi, llegaron a mancharse las suelas. “A mí me han organizado la visita, yo voy donde me llevan”, dijo Rajoy para hacer frente a la lluvia de críticas.
La crecida del Ebro ha anegado miles de hectáreas de cultivo y, como se ve, ha embarrado de nuevo la política, y ha monopolizado la actualidad de los últimos días. Todos los focos están puestos este fin de semana, sin embargo, en el congreso exprés que celebrarán mañana domingo los populares para elegir a Jorge Azcón al frente del partido en Aragón. Va a ser un cónclave visto y no visto, como un vermut matinal de domingo, al que está invitado Pablo Casado, quien también se irá de paseo por la orilla del Ebro.