El fin de la política de salón

Por favor, acepta la instalación de cookies de YouTube para ver este vídeo. Al aceptar podrás acceder a contenido de YouTube, un servicio prestado por un tercero.

Política de privacidad de YouTube

Si aceptas, tu elección se guardará y la página se refrescará.

Sospecho que la política de salón y de no agresión mutua que ha caracterizado los dos primeros años del cuatripartito está llegando a su fin. Nos podemos ir despidiendo del clima de acuerdo entre los socios. Hemos llegado al ecuador de la legislatura y ahora toca abrir una nueva etapa, quizás de más tensiones internas en la coalición, en la que Podemos se propone ser más ambicioso en sus propuestas, en palabras de la líder podemita, Maru Díez, quien al parecer desde la Consejería de Universidad que dirige le ha sido imposible ser más ambiciosa en estos dos años. En definitiva, lo que Podemos plantea es lisa y llanamente marcar distancias con un PSOE con el que comparte un sector del electorado, un PSOE que ha llevado la voz cantante en el Gobierno. Y es evidente que Podemos se ha dado cuenta de que ha ido a remolque de su socio socialista y teme seguir siendo irrelevante con el consiguiente coste electoral.

¿En qué se va a traducir en el día a día del Gobierno y de las Cortes ese deseo podemita de ser más ambicioso? Por ahora, es una incógnita. Es previsible que se agriete la convivencia de una coalición de cuatro partidos de muy difícil encaje. Es probable igualmente que los diputados de Podemos marquen territorio en la votación de alguna iniciativa del Gobierno. No sé si ser ambicioso va a suponer ir por libre, como ha hecho el partido morado con la presentación en solitario y sin consulta previa a sus socios del proyecto de ley de creación de una empresa de energía pública. El órdago de Podemos lanzando sobre el tapete esta importante ley ha obtenido la respuesta lacónica pero contundente de Lambán, que redujo el proyecto de ley a una mera idea del partido morado. Es decir, poco menos que una ocurrencia. 

Se aproximan meses de turbulencias. Las elecciones autonómicas se celebrarán en mayo de 2023 y para algún partido está en juego incluso su propia supervivencia. Van a ser meses de muchos nervios y de citas congresuales de PSOE, Partido Popular y Partido Aragonés, que pueden condicionar la vida política de la comunidad en lo que queda de legislatura.

El debate de la comunidad, que previsiblemente se celebrará en octubre, y el presupuesto de 2022, el más importante de los cuatro años, van a marcar los próximos meses. Ciudadanos ha anunciado ya sorprendentemente su disposición a apoyar las cuentas del próximo año antes incluso de conocerlas, una decisión que podría ser trascendental para salvar los presupuestos en el caso de que Podemos esté tentado de llevar al máximo su ambición.