¿Cuál es su diagnóstico de la economía aragonesa en los últimos 40 años?
En la economía aragonesa se ha producido un notable cambio modernizador que responde a cierta tradición industrial que tenía nuestra región. Nuestra economía no ha perdido capacidades porque no teníamos monocultivo. En lugares donde había astilleros o los altos hornos, las sucesivas crisis han provocado por ejemplo que Asturias esté desindustrializada. O también la comunidad valenciana con los altos hornos de Sagunto. Aragón ha tenido un sector productivo industrial más diversificado y se ha mantenido, e incluso ha crecido. Evidentemente, también ha contribuido la implantación de la General Motors. Y ahora creo que los servicios y la logística están tomando el relevo en esta economía cada vez más digitalizada. No obstante, seguimos teniendo carencias en lo que respecta a los servicios a empresas. En el sector servicios tampoco teníamos un monocultivo. Nuestro sector servicios es muy importante pero no es ni mucho menos el monocultivo del turismo de playa. Tenemos un tejido productivo más diversificado y eso permite que las crisis no sean tan profundas. También es verdad que no crecemos tanto en tiempos de bonanza económica. Pero mantenemos una estructura muy sólida. Si echamos la vista atrás, lo cierto es que hemos crecido mucho económicamente en estos años. Nuestro PIB per cápita se ha incrementado muy considerablemente y se ha acercado a la media europea y estamos por encima de la media de España.
¿Cuál es la distribución de ese crecimiento por sectores productivos?
El sector primario ha mantenido el mismo peso que en los años 80, aunque pesan mucho más las actividades ganaderas. Ha habido una transformación importante a como era el sector primario hace 40 años. La industria ha disminuido en una proporción bastante menor que en el resto de España. Seguimos manteniendo una estructura industrial por encima de la media española. Y el sector terciario ha experimentado un crecimiento muy importante. Ha habido también un cambio sustancial en las principales actividades industriales. La industria agroalimentaria ha pasado del 5,4 al 14,7%. Ha experimentado un impulso espectacular. Y también ha subido el material de transporte, que ha pasado del 8,9 al 20,7%. Ha subido, aunque ligeramente, el sector de productos metálicos y maquinaria.
¿Este crecimiento económico ha ido paralelo a la mayor apertura al exterior?
Efectivamente. El conjunto de exportaciones e importaciones ha pasado de un 25% al 68% actual. Han aumentado muchísimo las exportaciones. Qué nos dice eso, pues que nuestro sector industrial es bastante competitivo. Somos capaces de exportar a los mercados internacionales. Han aumentado las infraestructuras públicas, tanto viarias, hidráulicas, ferroviarias, aeroportuarias y urbanas. Respecto a la energía, la renovable en el 2020 representaba el 71%, mientras que en 1991, era del 34%. Tenemos una verdadera potencia de energía renovable.
¿Se ha logrado la deseable diversificación de la economía aragonesa?
Sí. Se ha diversificado la industria y lo ha hecho con bastante solidez. La industria en los años 80 descansaba en los productos metálicos y en una industria de tipo ligero. En Zaragoza, por ejemplo, había en aquellos años textil y calzado, que hoy ha desaparecido, y se ha quedado una industria sólida, con la agroalimentaria muy potente, que tiene efectos de arrastre en el sector agrario. Posiblemente Huesca sea la provincia española que más alfalfa produce y esa alfalfa no se envía en bruto, sino que se procesa aquí y se envía deshidratada al extranjero, básicamente a China. Es decir, no solo somos productores de materias primas, sino que rentabilizamos aquí esa producción porque la procesamos.
¿A qué atribuye que Aragón sea atractiva para la implantación de empresas de fuera de la Comunidad?
Son muchas cosas. Su situación geoestratégica de Aragón, en el centro de las zonas más desarrolladas del país. También, la paz social y política que existe y que da seguridad a las empresas. No hay conflictos políticos a pesar de ser un Gobierno de cuatro partidos. Los sindicatos y empresarios se han puesto de acuerdo en muchas cuestiones. No se ha perdido la tradición industrial que ya existía. Finalmente, la cualificación de la mano de obra y la aportación de la Universidad de Zaragoza.
Entrevista publicada en El Periódico de Aragón