¿La despoblación es el problema más urgente de los ayuntamientos?
Es fundamental. Hay 731 municipios y uno de ellos, Zaragoza, tiene la mitad de la población. Y sólo hay quince que tienen más de 8.000 habitantes. Por eso, es un problema fundamental, al que hay que añadir que sigue pendiente que los ayuntamientos seamos parte fundamental del Estado. Todavía estamos muy tutelados. Debemos dejar de ser el hermano pequeño de la Administración.
¿Cuáles serían las principales demandas ciudadanas a sus ayuntamientos?
Los ciudadanos quieren un buen nivel de prestaciones sociales. Tenemos una población muy envejecida y se quieren buenas residencias, pisos tutelados… Y también todo lo relacionado con la educación y la formación. Otra reclamación es tener buena accesibilidad digital.
¿Existe el temor a que varios municipios desaparezcan a corto plazo por falta de vecinos?
El peligro es ése y es casi la realidad. Estamos en la parte final del proceso de despoblación que arrancó a mediados del siglo XX. Por desgracia, va a ser muy difícil revertir esta situación. Tenemos municipios pequeños con población muy envejecida y nuestra labor debe centrarse en ralentizar y paralizar ese proceso, aunque sea muy complicado. Las comarcas pueden jugar un papel importante a la hora de asentar servicios.
¿Cómo es la convivencia actualmente ente las comarcas y los ayuntamientos?
Encajan cada vez más. Al principio, las relaciones fueron algo forzadas. Poco a poco, las comarcas han asumido su papel de prestadoras de servicios, como es el caso de los servicios sociales o la gestión de los residuos, y eso ha venido muy bien a los ayuntamientos pequeños. Creo que estamos cada vez más integrados, los ayuntamientos, las comarcas y las diputaciones. Cada uno ha ido encontrando su espacio, sabiendo que el municipio es la base nuclear.
¿Hace falta una legislación que clarifique las competencias de cada administración?
Evidentemente. Se debe dejar claro qué hace cada uno porque al final los ayuntamientos acabamos asumiendo competencias que no son nuestras. También hay que dejar claro el reparto económico. Nuestra economía no debe estar al albur del color de los Gobiernos.
¿Estará deseando que el Gobierno de Aragón apruebe por fin la ley de financiación local?
Está a punto y creo que podría estar aprobada en octubre. Por fin, vamos a tener asegurado un suelo financiero y no dependeremos del momento económico ni del partido político que esté en el Gobierno. Va a ser una buena ley que va a ser muy importante para los municipios pequeños.
¿Con la ley de capitalidad, Aragón y Zaragoza han firmado la paz?
Eso parece (risas). Zaragoza es muy importante para Aragón. Es la principal ciudad y siempre he defendido que Zaragoza tenga su propia entidad, que sea un referente y un catalizador y dinamizador de la comunidad. Zaragoza, como las grandes capitales españolas, debe dejar de absorber las potencialidades del territorio.
¿Tiene futuro la recién aprobada Ley de Dinamización del Medio Rural, que contempla incentivos fiscales para los habitantes de los pequeños municipios?
Es una ley muy consensuada. Es su principal fortaleza. Establece una serie de bonificaciones e incentivos fiscales que creo que van a ayudar. Por eso, auguro que su desarrollo va a ser un éxito.
Entrevista publicada en El Periódico de Aragón