¿Qué destacaría de los últimos 40 años de la Universidad de Zaragoza?

El primer gran cambio fue en 1996, cuando Aragón recibió las transferencias universitarias. Tres años más tarde, la financiación empezó a depender de la proximidad y pudimos negociar con el Gobierno de Aragón. Poco a poco, hemos ido acercando la universidad a los ciudadanos siempre respetando la autonomía universitaria.

¿La relación entre el Gobierno de Aragón y la universidad es a menudo un encaje de bolillos?

Es algo lógico. Tenemos que entender que la universidad está financiada con el dinero que pagan los ciudadanos con sus impuestos y debemos ser responsables con el manejo del dinero público. Eso es esencial. Nuestra autonomía universitaria está limitada por nuestra responsabilidad de hacer buen uso del dinero público. Y, por otra parte, el Gobierno de Aragón tiene que entender que muchas de nuestras decisiones se basan en nuestra autonomía. Es cierto que la libertad de cátedra, de investigación y de docencia deben tener autonomía para que no se imponga desde los Gobiernos. Es complejo, pero solo hay una solución: hablar, hablar y hablar. 

¿Es estrecha la colaboración de la universidad y la empresa?

En estos momentos, es muy difícil saber cuál es el trabajo que hará una persona dentro de tres o cuatro años. Por lo tanto, entendemos que debe haber una sólida formación de base, una muy buena capacidad de aprender, una mayor flexibilidad en los másteres y hay que implementar la formación a lo largo de la vida como una herramienta fundamental . La Universidad tiene mucho que decir en las microcredenciales y en los cursos cortos de formación específica. 

¿Teme una crisis de matriculaciones de universitarios por la baja natalidad y una Formación Profesional cada vez más potente?

Si somos capaces de hacer bien la nueva ley de la Formación Profesional, confío mucho en la ministra, y se abre un camino de dualidad ente la FP y la universidad, es muy posible que haya muchos estudiantes que estén trabajando y que se planteen entrar en la universidad para ampliar su formación. Igualmente puede haber universitarios que no quieran renunciar a abrir nuevas perspectivas laborales y decidan estudiar algún curso de especialización de la FP. A mi juicio, esa doble vía es el futuro. 

El nuevo edificio de Filosofía será una realidad el curso que viene tras las obras de construcción. ¿A qué facultad le toca ahora su remodelación?

Sin duda, Medicina. Y en cuanto a los institutos de investigación, el edificio mixto con el CSIC y la reforma de clínicas de la facultad de Veterinaria. 

¿Se imagina cómo puede ser la universidad dentro de 40 años?

Creo que no tendrá titulaciones. Tendrá formación sólida y titulaciones muy específicas como en Medicina, Enfermería o Veterinaria. Por qué no podemos tener un estudiante que haya hecho Matemáticas y Física en Primero, Filosofía en Segundo y algo de Ingeniería en Tercero. La Universidad se va a tener que adaptar a esa sociedad trasversal. Es decir, una formación básica de dos o tres años y, a partir de ahí, que cada uno elija lo que quiere ser.

Entrevista publicada en El Periódico de Aragón

Por Conrad Blásquiz

Me llamo Conrad Blásquiz Herrero, soy periodista, consultor en comunicación y un apasionado de la información política. Soy autor del libro “Aragón, de la ilusión a la decepción ¿la Autonomía en crisis? “. Durante más de 15 años, he recorrido diariamente los pasillos del Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón, escribiendo sobre la actualidad parlamentaria de la Comunidad Autónoma para las páginas de El Periódico de Aragón.