La semana que hoy acaba ha vivido un momento estelar con el doble debut en el Congreso y en el Senado de Miquel Iceta, el flamante nuevo ministro de Política Territorial y Función Pública. En la Cámara Alta protagonizó un intercambio dialéctico con la aragonesa Luisa Fernanda Rudi, la reaparecida.
La presencia parlamentaria de Iceta cobró especial importancia, ya que nos encontramos en plena campaña de las elecciones autonómicas catalanas. Y el nuevo ministro se estrenó sin miedo y respondiendo con su soltura habitual al tema estrella a una semana del 14-F: la autodeterminación de Cataluña y la reactivación de la famosa mesa de diálogo entre el Gobierno central y el catalán.
Ni una palabra, ni una alusión, también es verdad que no era el momento, a lo que en Aragón nos interesa realmente: sus planes con la reforma de la financiación autonómica. Su otra patata caliente. El desafío no es sencillo, porque su objetivo debe pasar por implementar un sistema con el que todas las comunidades estén de acuerdo. Algo así como lograr la cuadratura del círculo.
A Iceta se le conoce, además de por sus dotes para el baile, por su capacidad de diálogo. Él mismo se definió así mismo en el Congreso como “Nasío pa pactar”, parodiando a las viñetas de Historias de la Puta mili de la revista satírica “El Jueves”. Está claro que Iceta se considera un hombre de diálogo y de pacto, curtido en mil batallas políticas.
Recuerdo que ya despuntaba en los 80 siendo concejal socialista del Ayuntamiento de Cornellá, una de las ciudades más emblemáticas del denominado cinturón rojo barcelonés. Como digo, el desafío que debe afrontar no es sencillo. De hecho, el actual modelo de financiación lleva caducado desde 2014 y ni siquiera el PP de la mayoría absoluta de Rajoy logró cambiarlo.
Sin embargo, su modificación urge ahora más que nunca, cuando el coronavirus está poniendo en cuestión el funcionamiento del modelo autonómico y destapa la cruda realidad: la falta de recursos de las autonomías para afrontar una crisis sanitaria como la actual.
Aragón tiene mucho que decir en ese debate y necesita que en la distribución del dinero primen criterios como el de la dispersión geográfica o el envejecimiento de sus habitantes, en lugar de los meramente poblacionales, que benefician lógicamente a autonomías con más habitantes, como Cataluña, Madrid o Andalucía. Si Iceta no lo remedia, volveremos a ser testigos de un enfrentamiento entre la España Interior, vacía y pobre, y la España de la periferia, rica y densamente poblada.
Veremos cómo casa ese Iceta, ferviente federalista y trasgresor en su visión del modelo territorial, con el ideario más tradicional y cercano al de las viejas esencias del socialismo de Felipe González que propugna Javier Lambán.
Me da la impresión de que no vamos a ver una foto de Iceta y Lambán bailando juntos.