Hay fotografías impactantes. También las hay sorprendentes, divertidas, dramáticas, inquietantes y terroríficas. La foto de la Plaza de Colón, por ejemplo, en la que aparecían detrás de la misma pancarta los líderes de Ciudadanos, Partido Popular y Vox es una mezcla de todo lo que estoy diciendo, depende del cristal con que se mire.
Pero la fotografía reciente en la que responsables de los cuatro partidos que gobiernan Aragón (PSOE, PAR, CHA y Podemos) presentan en unión los presupuestos de la comunidad para 2023 es muy ilustrativa de que el cuatripartito, por el que nadie daba ni un euro, goza de buena salud cuando llegamos al final de la legislatura. Nunca antes la puesta de largo de las cuentas autonómicas se había vestido con esa solemnidad y con esa escenificación tan rotunda de un cuatripartito que llega vivo al final, que ha logrado aprobar sus cuatro presuestos en tiempo y forma, y que está decidido a seguir junto si los números salen tras las autonómicas de mayo.
Es una imagen premonitoria de lo que puede volverse a repetir a partir de mayo de 2023. Los sondeos publicados hasta ahora vendrían a confirmar que Javier Lambán estaría en condiciones de conseguir un tercer mandato, siempre eso sí que el lodo que llega de Madrid no enfangue sus expectativas. En el PSOE aragonés, no se acaba de entender muy bien por qué Pedro Sánchez ha abierto ahora, y no antes, por ejemplo durante el pasado verano, el melón de la reforma del delito de sedición. Hay temor a que esta polémica u otras que procedan de la agitada capital de España puedan acabar afectando al resultado de las autonómicas y municipales de mayo.
El PP no está dispuesto a dejar pasar ni una y va a forzar a Lambán a mojarse en las Cortes sobre cuestiones de política nacional con el fin de erosionarlo. Lo ha hecho por ejemplo esta semana con la polémica ley del “sólo si es sí” y con la reforma del delito de sedición.
Y mientras, la imagen de un pletórico Arturo Aliaga, presidente del PAR, que admite públicamente sin reparos que nunca ha estado mejor en un Gobierno como en este cuatripartito, se transforma en pesadilla para Jorge Azcón, el alcalde popular de Zaragoza que todavía medita si opta al sillón del Pignatelli con el único apoyo garantizado de Vox a su investidura.