Javier Lambán tiene al lobo viviendo en su casa. Más exactamente, convive con él el consejero de Agricultura, Joaquín Olona, en su sede de San Pedro Nolasco. El lobo en forma de directores generales, el de Medio Natural y Gestión Forestal, Diego Bayona, y la responsable de Cambio Climático y Educación Ambiental, Marta de Santos. Ambos son de Podemos y en las últimas semanas han protagonizado varias decisiones que chocan frontalmente con la línea estratégica de gestión de la parte socialista y aragonesista del Gobierno del cuatripartito.
Bayona, por ejemplo, votó en contra de la caza del lobo en un consejo consultivo nacional y, días después, fue desautorizado por el propio Lambán. Bayona también es autor del polémico informe que cuestiona el macroproyecto eólico del Maestrazgo, un documento que supone un torpedo que bombardea la política impulsada por Lambán y su vicepresidente y consejero de Industria, el aragonesista Arturo Aliaga, de convertir Aragón en una potencia nacional en la instalación de parques eólicos. Un informe, por cierto, que también fue cuestionado horas después por Olona.
La ampliación de Cerler por Castanesa o la construcción del embalse de Mularroya son otros asuntos conflictivos que han convertido la sede del Departamento de Agricultura en una suerte de rue del percebe en la que mal conviven agricultura y medio ambiente, socialistas y podemitas. Agua y aceite mezclan mal en ese cajón de sastre por obra y gracia del acuerdo de Gobierno. Mientras tanto, Lambán deja pasar el tiempo y no parece dispuesto a abrir en estos momentos la caja de los truenos con una crisis de Gobierno.