No es país para expertos

Por fin nos hemos despojado esta semana de las mascarillas en el exterior, pero, ojo, todavía hay voces de expertos que consideran precipitada la decisión y que lo prudente hubiera sido esperar dos o tres semanas más hasta que el bicho no esté definitivamente vencido. Nos acercamos al fin de la pandemia, pero todavía hay que ser cautos y, sobre todo, no hay que bajar la guardia, aseguran los científicos.

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A lo largo de la pandemia, la prudencia que caracteriza al saber y al conocimiento científicos se ha dado de bruces en muchísimas ocasiones contra las urgencias políticas y partidistas. El cortoplacismo que impone la política, que se mueve a golpe de titulares, de tuits y de maquiavélicas estrategias electorales, se ha enfrentado a menudo con la sabiduría de los investigadores y de los expertos. Qué se lo recuerden a Fernando Simón, ahora sumergido de nuevo en la oscuridad de los despachos del ministerio después del injusto vapuleo al que fue sometida su proyección pública.

Esos investigadores, debo recordar aquí de nuevo, nos han sacado de la peor crisis sanitaria que hemos vivido hasta ahora consiguiendo la vacuna en un tiempo récord. Sí, los mismos investigadores que esta semana han denunciado contratos basura y que apenas ganan mil euros brutos mensuales.

Viene todo esto a cuento porque hay una comisión de expertos que desde hace semanas viene trabajando en silencio, con rigurosidad y sin dogmatismos en la conformación de lo que puede ser una candidatura conjunta de Aragón y Cataluña en los Juegos Olímpicos de 2030. Una comisión que, según ha trascendido, se está guiando únicamente con criterios técnicos a la hora de decidir dónde se van a disputar las distintas pruebas olímpicas. Nada obstaculizaba sus trabajos hasta que la política se entrometió bruscamente, provocando una crisis de enormes proporciones en la relación entre Aragón y Cataluña hasta el punto de poner en serio peligro la candidatura. Ambos gobiernos se han dado unos días de desinflamación hasta el fin de los juegos de Pekín. Mientras tanto, dejemos trabajar a los técnicos y si es posible que se aventuren a darle nombre a la candidatura porque hasta en eso los políticos no se ponen de acuerdo.