Una ley capital para Zaragoza

Vociferaba la portavoz de Ciudadanos, Susana Gaspar, contra el “atraco a mano armada” que iba a suponer la nueva ley de Capitalidad, cuando entró él. Chaqueta oscura, chaleco y camisa del mismo tono, contrastando con el color grisáceo de una corbata que compartía tonalidades con su cabello canoso.

La aparición de Pedro Santisteve en la tribuna de público de las Cortes de Aragón  estuvo rodeada de cierto halo de estrella mediática, con toques wensternianos. Su entrada, cuando había transcurrido ya 20 minutos de debate, impactó justo en el instante en el que toda la Cámara hacía frente a un intenso fuego dialéctico  cruzado, provocado por el derribo por parte del rodillo de la izquierda (PSOE, Podemos, IU y CHA) de todas las enmiendas presentadas por los partidos de centroderecha (PP,PAR y Ciudadanos). Un sobreactuado Miguel Ángel Lafuente (PP) denunciaba con toda clase de descalificaciones las formas de la izquierda en la tramitación de la ley, en lo que también incidió con dureza María Herrero (PAR). Patricia Luquín (IU), Maru Díaz (Podemos) y Darío Villagrasa (PSOE), -el joven y nuevo secretario de Organización socialista tuvo una intervención brillante- hicieron frente a esta escalada verbal sin fisuras. Fue una imagen de unidad insólita en la izquierda en esta legislatura.

Tal fue el efecto provocado por la irrupción de Santisteve en la sala que la portavoz de Ciudadanos paró su intervención para saludar con ironía desde la tribuna de oradores al alcalde de Zaragoza, a lo que éste le respondió levantando levemente la mano. No estuvo solo. Lo arroparon los también concejales Luisa Broto, Fernando Rivares y Pablo Muñoz, además de una nutrida representación del equipo municipal de Zaragoza en Común, certificando con su presencia que la de ayer era una jornada histórica con la aprobación de la ley de capitalidad de Zaragoza.

Más de 20 años de retraso

Es una ley capital para Zaragoza porque por primera vez se otorga un estatus especial a la ciudad en la que residen más de la mitad de los aragoneses. Se reconoce a Zaragoza una singularidad que tiene su traducción terrenal en  los más de 21 millones de euros anuales que la capital aragonesa va a recibir de las arcas autonómicas para hacer frente al pago de todos aquellos servicios que realiza y que paga de su bolsillo, aunque no son de su competencia (las llamadas competencias impropias), como por ejemplo el mantenimiento de los centros escolares.  Los celos entre instituciones han provocado que esta ley haya acumulado más de 20 años de retraso en ver la luz, lo que da idea de lo difícil que ha sido el acuerdo entre el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento. Aunque el gobierno de las dos principales instituciones de Aragón fuera del mismo color político. Sucedió con Santiago Lanzuela y Luisa Fernanda Rudi (ambos del PP) al final de la década de los 90; tampoco fue posible el acuerdo entre los socialistas Marcelino Iglesias y Juan Alberto  Belloch; y el divorcio fue todavía mayor con Luis Fernanda Rudi en el Pignatelli y Belloch en la Alcaldía.

Un año de negociaciones

Para consensuar el texto aprobado ayer han sido necesarias  más de 16 reuniones bilaterales que han alargado la negociación durante un año. Se cumple por fin, eso sí con diez años de retraso, el artículo 87 del Estatuto de Autonomía aprobado en 2007.

Es cierto que la cuantía que percibirá el consistorio está muy lejos de las cifras millonarias barajadas en anteriores legislaturas, pero también lo es que supone  un balón de oxígeno económico para las finanzas municipales y una inmejorable tarjeta de presentación para Santisteve cuando el lunes afronte el crucial Debate de la Ciudad.

El nuevo capítulo de este renacido clima de entendimiento entre el presidente de Aragón, Javier Lambán, y Santisteve, lo podremos ver muy pronto, quizás en la negociación de los presupuestos de las dos instituciones para 2018.

Continuará…