Artículo publicado en elDiario.es Aragón
“¿Por qué intentas acabar conmigo? Quiero llevar una vida normalizada, tener un grupo de amigos, estudiar, poder viajar, tener ambiciones, disfrutar de lo que tengo y de mi entorno, pero cada vez que doy un pasito adelante, me empujas y retrocedo unos cuantos atrás”. Es el lamento angustiado de una adolescente aragonesa que sufre trastorno de personalidad y que ella misma hace público en una carta extremadamente dura a la que ha tenido acceso elDiario.es Aragón, en la que se dirige de tú a tú a su enfermedad. Confiesa la situación de sufrimiento por la que atraviesa y admite tener “mucho miedo”, pero acaba la misiva advirtiendo a su trastorno: “Con la ayuda y recursos adecuados te venceré”.
María, nombre ficticio, reconoce en su escrito, que ha publicado en redes sociales, que tiene “pensamientos autodestructivos todo el rato, que me ponen en peligro y quiero dejar de sufrir y tú disfrutas”. En el diálogo con su enfermedad añade: “Eres como una Boa Constrictor; me rodeas y me susurras ‘no vales nada’, ‘tienes la culpa de todo, ‘mejor si no hubieras nacido’, ‘ya nada vale la pena’ y me vas apretando más y más hasta que me ahogo”. Pero, concluye: “Lo que no sabes es que sé levantarme. Tengo miedo, mucho miedo, pero sé que con la ayuda y recursos adecuados te venceré”.
El caso de María no es el único. Fuentes de la delegación de la Asociación de Familiares de Adolescentes con Trastorno Alimentario y/o Conducta (ASFATAC) en Aragón estiman que esta patología está presente entre un 10% y un 15% de la población adulta y dentro del área de las enfermedades mentales alcanza al 3% de la población. Por ello, advierten que los recursos públicos disponibles en la actualidad son “muy insuficientes”.
Como publicó el Diario.es Aragón recientemente, la Unidad de Trastorno de la Personalidad del Hospital Provincial de Zaragoza, que fue creada en 2004, es actualmente la única en todo Aragón que trata esta patología y es muy deficitaria en personal asignado y en infraestructuras, hasta el punto de que dispone tan solo de seis plazas de hospitalización y cuatro más para hospital de día para una población de referencia de más de un millón de personas y solo se puede acceder a ella a través de un ingreso. La situación se hace insostenible al compartir espacio con los pacientes con trastornos de conducta alimentaria.
Planes de Sanidad
La consejera de Sanidad, Sira Repollés, anunció la pasada semana en las Cortes la contratación de 18 psicólogos más por parte del Salud y la ampliación de camas hospitalarias para atender la salud mental de los menores y jóvenes. No concretó la cuantía del futuro Plan de Salud Mental 2021-2025 con el argumento de que todavía se encuentra en fase de elaboración. En relación con la salud mental de los niños y jóvenes, la consejera avanzó que se reforzará el número de camas de hospitalización de niños y jóvenes, al tiempo que mostró su disposición a firmar un acuerdo con entidades que trabajan en tratamientos de media y larga estancia. También se prevé mejorar la atención para los pacientes con trastornos de conducta alimentaria, tanto jóvenes como adultos.
Ante el anuncio de la consejera, familiares de personas con trastorno de personalidad se muestran escépticos y subrayan: “Pedimos justicia en salud mental. Menos pastillas y más ayuda real para nuestros adolescentes y jóvenes”. “Solo esperamos que no se recoloquen a lo loco a esos 18 psicólogos y que puedan formarse o estén formados en las patologías de conducta alimentaria, trastornos de personalidad y trastorno de conducta”, señalan las mismas fuentes, y que haya una continuidad en la atención cuando los pacientes cumplen los 18 años.
Por otro lado, ASFATAC-Aragón considera que desde la Administración sanitaria no se trabaja en la prevención en las escuelas. “En los institutos, los profesores deberían tener nociones ante posibles trastornos de los alumnos”, apuntan desde la Asociación. El trabajo de ASFATAC está dirigido a dar soporte a las familias, ayudando a comprender en qué consiste el trastorno, reduciendo los riesgos de conflictividad familiar, dado que algunas de las quejas principales son la falta de información y de pautas de actuación, y la incertidumbre que todo ello genera. Asimismo, uno de sus cometidos es reivindicar que se destinen recursos públicos, ahora prácticamente inexistentes, para el tratamiento de estas patologías.