Quedan poco más de siete meses para las elecciones autonómicas y municipales. ¿Qué tareas pendientes le quedan al Ejecutivo antes de los comicios de mayo?
Aprobar un presupuesto, asentar la idea de que los frentes de izquierdas y de derechas son indeseables y que es preciso buscar grandes consensos, terminar de consolidar y dar a conocer proyectos de inversión que se van a producir en los próximos meses y tratar de que los servicios públicos que han salido más o menos dañados tras la pandemia recuperen la normalidad. En definitiva, terminar una legislatura que se ha visto condicionada por la pandemia y por la guerra de Ucrania.
¿Qué papel está llamado a jugar Aragón en los próximos años?
Apuesto por que Aragón empiece a asumir responsabilidades específicas dentro del gran proyecto de revitalización de España como gran proyecto nacional. Nosotros por tener a un lado y a otro a Cataluña y el País Vasco tenemos más conciencia de lo que supone tener un país unido. Además, hemos ideado fórmulas de Gobierno que no son habituales en España y que hemos demostrado que funcionan. Esa manera de entender la política y la sociedad será la que impregne esa idea de España que está ahora radicalmente en crisis y que hay que tratar de reconstruir. Hemos de trabajar por ser un país fuerte y con una interlocución potente en el todos los foros internacionales, pero para eso el presidente del Gobierno tiene que ir con grandes consensos detrás. No puede ser que sus propios socios de Gobierno le cuestionen la política de Defensa, la política exterior y todo aquello que debe tener un país para que sea respetado. Ahí Aragón se puede plantear ser una referencia absoluta. Somos la comunidad donde más se siente la gente aragonesa y a la vez española.
Pero dentro de España hay muchas Españas y un ejemplo de estos son las propuestas fiscales que han brotado en las últimas semanas. ¿Cuál será la que aplique finalmente Aragón?
Habría que trasladar a los ciudadanos que democracia es equivalente a responsabilidad fiscal y que determinados mensajes que hablan de que cobrar impuestos es equivalente a confiscar la riqueza individual son mensajes casi tan letales como los de los independentistas. El PP está entrando con mucha irresponsabilidad y en un alarde de populismo en ese terreno. Todos los organismos dicen que no es momento de bajar impuestos. Otra cosa es que se puedan replantear algunas cuestiones, pero siempre hablando mucho, siendo cauto y teniendo claro que los impuestos no son medios sino un fin para tener un determinado modelo de sociedad.
¿Cómo va Aragón en ese proceso de rebaja fiscal?
Hemos pedido a las fuerzas políticas que nos digan qué piensan. Dentro del Gobierno se habla con mucha discreción para tratar de buscar puntos de encuentro, partiendo de la base de que las visiones de los socios puedan ser distintas. Hasta el día 10 tenemos tiempo para recibir propuestas y si queremos que se ponga en marcha alguna modificación fiscal convendría que los acuerdos se alcanzaran a la mayor brevedad posible. Si, además, conseguimos lograr incorporar algún partido de la oposición, pues miel sobre hojuelas.
¿Pero qué modelo le gusta a Javier Lambán?
Tengo uno, pero considero que se lo dijera ahora echaría por tierra todo el esfuerzo de diálogo y consenso que estamos haciendo. Lo mejor es que yo me calle y no diga nada.
¿Qué presupuestos está diseñando el Gobierno de Aragón y cuáles son los principios en los que se van a sustentar?
Se podrá hacer un presupuesto más expansivo que el año anterior y con el objetivo de consolidar los servicios públicos. Además, en la medida de lo posible, estiraremos todo lo que podamos para fomentar el crecimiento económico. Por ahí irá. Las cuentas públicas de 2023 servirán para consolidar las políticas que se han ido haciendo en los últimos años.
La inflación es uno de los principales caballos de batalla para mantener el Gobierno. ¿Qué le da más miedo la subida de los precios o el rival político que pueda tener?
A mí los rivales políticos no me han dado nunca miedo. Ni los rivales ni las rivales. Respecto a la inflación, decir que me da miedo daría una imagen bastante pusilánime de mi misión, aunque es cierto que la inflación va a ser un problema serio. Si se trata de terminar con la subida de precios todo el mundo sabe que lo que se ha de hacer es subir los tipos de interés, pero el problema es que meteríamos a las economías en dinámicas de recesión económica. Hay que buscar soluciones y focalizar las ayudas en los sectores que más lo necesitan sin aplicar medidas indiscriminadas. Además, hay que plantear medidas fiscales. Los que hemos leído la historia del siglo XX sabemos que el desencadenante de la llegada de Hitler al poder fue la inflación.
La atracción de inversiones ha sido una de las bazas de su Ejecutivo. ¿Cree que el contexto económico va a frenar esa dinámica de llegada de empresas?
Hasta ahora ninguno de los inversores que se han anunciado ha comunicado que vaya a ralentizar su inversión. Solo Amazon ha dicho que va a demorar su puesta en marcha del almacén logístico, pero hasta ahora no vemos que hayan modificaciones en las planificaciones. Además, las empresas que están en conversaciones con el Gobierno tampoco han detenido esos contactos. El inversor da por descontado que vamos a vivir un tiempo de inflación, pero la normalidad económica ha de llegar. Incluso creo que piensan que es bueno adelantar las inversiones para aprovechar el momento de la recuperación. Por no hablar de la utilidad de los fondos europeos para lanzar esa inversión.
La conflictividad social tampoco ayudará si no hay acuerdos entre los agentes sociales para la negociación de los convenios colectivos ¿Qué les ha pedido?
El presidente, durante la conversación con EL PERIÓDICO. Jaime Galindo.
El mismo que les he pedido en la mesa del diálogo social. Les he exhortado a que hagan bueno el prestigio que tiene Aragón como tierra de acuerdos y pactos y que se sienten a hablar. Sé que es difícil porque los empresarios hablan de una situación en algunas de sus empresas de trabajar por debajo de costes y los trabajadores están soportando una inflación que ronda el 10%. Pero todos vamos en el mismo barco. Lo ideal sería el pacto de rentas, pero no parece que se camine en esa dirección.
Otro de los problemas que tiene en el horizonte es la falta de personal cualificado y la atracción y retención de talento…
Ese es un asunto en el que estamos trabajando porque en Aragón, tanto en el ámbito público como en el privado se están haciendo esfuerzos serios de generación de talento. Hay un caudal que el Gobierno debería tratar de ordenar y coordinar, con medidas para retener ese talento y crear las condiciones para que se quede aquí. Esa es una política que el Gobierno debe concertar. En las próximas semanas empezaremos seriamente a trabajar en cómo ordenar, coordinar y retener ese talento. El conocimiento será el factor diferencial en la capacidad de desarrollo de unos países y otros. No será solo tener más capacidad financiera o materias primas.
Otro de los asuntos que quería abordar a la vuelta del verano era la candidatura para los Juegos Olímpicos ¿Hay algún avance?
Estamos ultimando algo a lo que me comprometí con los alcaldes del Pirineo, que es un plan de la nieve, que incluía inversiones, planes de formación y acontecimientos deportivos en la nieve. En ese ámbito, Aragón va a replantear la posibilidad de albergar unos Juegos Olímpicos en 2034, pero empezando con un folio en blanco y hablando con las comunidades que comparten el Pirineo la posibilidad de abordar un proyecto conjunto. En el momento que tengamos ese plan lo plantearemos, aunque hoy por hoy no está el horno para muchos bollos. En Cataluña, no sé si la prioridad de Pere Aragonés no sé si en este momento es organizar unos Juegos. Navarra imagino que no tendía problema en sentarse en una mesa, pero tiempo al tiempo. Es posible que todo el mundo plantee que es mejor dejar todo para después de las elecciones.
En el último tramo de la legislatura ha planteado foros para alcanzar pactos, pero da la sensación de que esos foros se han diluido…
Espero llegar al debate del Estado de la comunidad, que no sé cuándo será todavía, con conclusiones en muchos de los foros de debate abordados en los últimos meses y acordadas con todos los interlocutores.
En este escenario de inflación, inversiones y pugna política ¿qué posibilidades tiene el PSOE de volver a gobernar en Aragón?
Hacemos alguna encuesta, pero como no tenemos poco dinero no hacemos muchas y una encuesta seria cuesta mucho. Además, la DGA tampoco hace encuestas. Pero la sensación que tengo es que si ahora hubiera elecciones gobernaríamos. Y no lo digo por intuición o ciencia infusa. Lo digo por los datos que manejamos. Aspiro a alcanzar mayoría absoluta, pero claro eso sería un hito en la historia de Aragón.
¿Se imagina gobernar con un pentapartito?
Para quien solo haya sido capaz de gobernar con su criterio exclusivo, un pentapartito le puede producir vértigo, pero para quien ha gobernado con cuatro formaciones distintas tampoco sería demasiada diferencia (ríe). Aunque yo no voy a las elecciones con la intención de formar un pentapartito o sextapartido ni nada por el estilo, yo acudo con la intención de alcanzar el máximo apoyo posible. Luego, de las composiciones para formar Gobierno hay que hablar a partir de la noche siguiente.
¿Le resulta difícil al PSOE rivalizar con un partido donde todavía no se sabe cuáles son los candidatos a la DGA y al Ayuntamiento de Zaragoza?
Lo cierto es que resta cierta vivacidad e interés al debate político de las Cortes. El hecho es que yo estoy debatiendo con una persona (Mar Vaquero) que no es la candidata. Tener un candidato enfrente tendría más vuelo político y enjundia. Es un tanto atípico que el presidente del Gobierno de Aragón debata con una persona enfrente que nadie ha dicho que vaya a ser candidata. Eso supone una pequeña alteración de la normalidad del debate, pero nada más. Eso sí, siempre dicho con el máximo respeto a Mar Vaquero.
Hay cuestiones que el Gobierno central tiene pendientes con Aragón, como el 20% de bonificación a las empresas que se instalen en Teruel o el nudo energético de Andorra. ¿Estas cuestiones estarán resultas pronto?
Cada vez me atrevo menos a hablar en nombre de nadie porque ya son varias las veces que me he quedado colgado de la brocha, pero en fin, hasta donde yo sé el nudo energético se va a resolver ya. Lo de las bonificaciones del 20% las sigo reclamando con contundencia porque son posibles y porque el Gobierno abrió el camino para que se puedan realizar, lo cual generó una expectativa razonable en Teruel. Causaría una decepción tremenda que no se llevaran a término. Insistí hace unos días al ministro Bolaños, se lo he hecho saber al presidente Pedro Sánchez y también a los ministros del ramo.
Este asunto será uno de los focos de debate y discusión con el PP en los próximos meses, pero ¿no cree que ha comenzado demasiado pronto la batalla política entre usted y el alcalde de Zaragoza?
Se me ha acusado de moroso por parte del Ayuntamiento de Zaragoza y me parece totalmente injusto porque el Gobierno va a pagar en tiempo y forma la deuda del tranvía. Recuerdo que esa deuda comenzó a no pagarla mi antecesora Luisa Fernanda Rudi. Hace un año firmamos el convenio con el consistorio y hay varios aspectos que el ayuntamiento no ha cumplido con el Gobierno de Aragón. Se los señalamos hace unos días, pero con el ánimo de que las cosas se puedan tratar con sensatez y normalidad.
Hay algunos proyectos que avanzarán en los próximos meses, entre ellos la nueva Romareda. ¿Ha tenido algún contacto con el ayuntamiento o con la nueva propiedad?
En absoluto. Se nos ha animado a participar conjuntamente en la presentación de una candidatura para que Zaragoza sea sede del mundial del 2030 y ahí hemos estado en primera fila. Hay cuestiones que dependen de nosotros y ya hemos trasladado al coordinador de la candidatura que puede contar con ello. Respecto al campo nadie nos ha dicho nada, ni la propiedad, ni el ayuntamiento. Imagino que será una cuestión que resolverán y si es así, pues bienvenida sea la solución.
¿Tiene la sensación de que el guion de la nueva Romareda ya está escrito?
No lo sé. Lo que sé es que el proyecto del alcalde de Zaragoza con la Romareda va lento. Hace tres años era su principal reclamo electoral y hoy estamos igual que entonces. Da la impresión de que tres años y medio es mucho tiempo. No sé concretamente que es lo que han hablado entre la propiedad y el ayuntamiento, pero a mí no me han dicho nada. Y no lo digo como una crítica ni como un reproche sino como una constatación de los hechos. Se nos pide que digamos en qué estamos de acuerdo y no, pero lo primero que se nos tiene que decir es sobre qué porque hasta ahora no sabemos nada. Primero se nos tiene que decir qué es lo que se quiere hacer, pero lo que está claro es que, a diferencia de lo que hizo el PP hace unos años, nosotros no podremos palos en las ruedas para que el proyecto llegue a buen puerto.
Lambán destaca la experiencia que supone estos 40 años de Estatuto para planificar el futuro. Jaime Galindo.
El Estatuto de Autonomía cumple 40 años desde su aprobación. ¿Qué destacaría de estas cuatro décadas?
En primer lugar, el hecho de que la sociedad aragonesa tomara conciencia de sus propias capacidades, de su energía, de los problemas y carencias sabiendo que tenía instrumentos para solucionarlos ha supuesto un cambio total, radical, de la realidad. En estos años, ha habido una diversificación muy importante de la economía aragonesa. También destacaría que, frente a algunos tópicos, el medio rural ha experimentado un avance formidable. Los pueblos, las calles, los servicios de los años setenta, no tienen nada que ver con los actuales. Y, sobre todo, destacaría que, a la hora de planificar el futuro, Aragón cuenta con esta experiencia magnífica de 40 años para saber cómo hay que hacer las cosas bien.
¿Le falta algo a este Estatuto? Hay quien opina que todavía está incompleto.
No echo nada en falta en el Estatuto. Ni necesito más competencias ni necesito ninguna reforma ni nada por el estilo, necesito financiación suficiente para que se cumpla cabalmente el Estatuto en lo que se refiere a los servicios públicos y a las inversiones.
¿Entiende que la financiación autonómica sigue siendo el gran incumplimiento del Estatuto?
Efectivamente, porque permitiría no solo financiar de manera suficiente los servicios públicos, sino poder acometer políticas de inversión. Hay que tener en cuenta que si hace 20 años los gobiernos autonómicos en momentos de crecimiento de la economía obtenían dinero suficiente para hacer políticas inversoras, poco a poco el desarrollo del capítulo de los servicios desde el punto de vista presupuestario ha supuesto que el margen haya quedado reducido a su mínima expresión. Esta circunstancia se traduce en que haya deficiencias muy importantes en materia de carreteras, por ejemplo. Es cierto que tenemos mal las carreteras, pero es porque no tenemos dinero para arreglarlas.
Las políticas económicas que hacemos tienen más que ver con instrumentos normativos, con generación de entornos favorables a la inversión, que con la disponibilidad de recursos económicos para estimular determinados sectores. Hacemos cosas con unas limitaciones presupuestarias brutales y eso no es lo que está recogido en el espíritu del Estatuto. Por no hablar de que la deuda se está incrementando sustancialmente. Hemos tratado de ser un Gobierno cumplidor de las reglas fiscales, pero, a pesar de todo, dada la insuficiencia financiera, es muy difícil cumplirlas.
Somos una de las comunidades autónomas que mejor está soportando la deuda. Estamos por debajo de la media. Cómo se resuelve esta situación, pues con un cambio radical en la financiación, que, por cierto, lleva otro debate importante que es el de la fiscalidad. Reclamar que hace falta una mejora sustancial de la financiación autonómica y a la vez decir que el Gobierno de España y las autonomías tenemos que reducir los impuestos es difícil de casar.
Da la impresión de que el nuevo modelo de financiación se va a meter de nuevo en el cajón hasta después de las elecciones.
Yo diría que a estas alturas hay que darlo por finiquitado como objetivo para esta legislatura. En el 2014 se tenía que haber revisado; en el 2017, Rajoy convocó una conferencia de presidentes y dio la impresión de que surgía de manera definitiva el debate de la financiación. Se hicieron documentos técnicos, se avanzó bastante, luego hubo un cambio de Gobierno. El nuevo Gobierno ha hecho varios intentos… En Aragón, hemos mantenido una política acertada. Hemos conseguido acuerdos en las Cortes sobre el modelo de financiación y hemos logrado crear un lobby con otras comunidades por este asunto. Tenemos claras las posiciones y las ideas, pero la verdad es que desde 2014 no hemos avanzado ni un centímetro.
Por cierto, Galicia forma parte de ese lobby de autonomías al que usted se refiere. Núñez Feijóo participó siendo todavía presidente gallego. ¿Cree que el líder del PP mantiene su planteamiento respecto al tema de la financiación? ¿Ha hablado con él últimamente?
Sinceramente, no hemos hablado. Nos vimos en la Palma. Me imagino que tendrá más dificultades en el tema de la financiación, porque ahora es el presidente del PP de toda España. Espero que le quede vivo algún rescoldo que tiene de la financiación.
Ha dejado claro que, a su juicio, Aragón se siente cómodo con el traje autonómico de los últimos 40 años. ¿Qué va a pasar con algunas competencias que todavía están pendientes de transferir del Estado?
Evidentemente, cualquier aragonés que entiende que el Estatuto tiene que ser la guía del camino no puede renunciar a ninguna transferencia siempre y cuando venga bien dotada financieramente por el Gobierno. Si he de decir la verdad, en este momento no es mi prioridad. Mi prioridad es gestionar las que tenemos, pero bien financiadas.
Para desarrollar el Estatuto de una forma cabal es fundamental la reforma de la Constitución y del Senado. La visión que tengo del autogobierno aragonés no es una visión excluyente propia de los nacionalistas. Aragón debe desarrollar todas sus capacidades pero no frente a España ni frente a las comunidades autónomas. Hay que hacer más fuerte un gran proyecto nacional. Y eso pasa porque de una vez el Senado se convierta en Cámara de representación territorial, pasa por una reforma de la Constitución para asentar el modelo y diga con claridad cuáles son las competencias autonómicas y cuáles son las del Estado; y organizar las relaciones bilaterales entre la comunidad autónoma y el Gobierno central. No existe de una forma organizada. Esas son las cuestiones que consolidarían el modelo autonómico, que es un modelo federal. Aunque me parece que esta cuestión tampoco forma parte de la agenda política. Si uno cree en el autogobierno y es un ferviente partidario de la aplicación del Estatuto, yo lo soy, tiene que aspirar a fortalecer Aragón pero no en términos de confrontación con España. No hay que ir hacia la recentralización, sino hay que incorporar las peculiaridades de cada autonomía a un proyecto nacional. Se trata de valorar lo que han significado estos 40 años y desarrollar una visión de España en red frente a la visión radial anterior.
Los aragoneses que nacieron hace 40 años con el Estatuto están preocupados por la falta de estabilidad laboral. Carecen de la seguridad económica de sus padres.
Lo que cada gobierno autonómico intenta es precisamente tender hacia la estabilidad laboral de los ciudadanos. Y para eso tiene que haber una economía sana, una economía que garantice cotas de crecimiento aceptables, aunque si empezáramos a especular sobre el futuro, a lo mejor resulta que los parámetros a los que nos aproximamos ya no van a ser de esa naturaleza. Creo que nos podemos aproximar más a parámetros en los que la fijeza y la estabilidad laboral no son lo que la Comunidad ofrece ni demandan los ciudadanos. Ese es otro debate. Ahora, de lo que se trata es de garantizar a esa gente estabilidad y un trayecto de vida en el que pueda pensar en el futuro. Y eso pasa por un sistema productivo eficiente, por una legislación laboral y por poner las cosas fáciles a la gente. Hay dos políticas que son prioritarias en el Gobierno: una es la Formación Profesional, que va a ser clave, y hay otra fundamental, que es la habilitación de miles viviendas de alquiles para jóvenes.
Hablando de futuro, ¿se imagina cómo puede ser Aragón dentro de 40 años?
Tengo claro que no estaré (risas). Lo ocurrido entre 1982 y el 2022 ha sido lo que ha sido, en 1982 el Aragón actual era inimaginable, ha mejorado en todos los terrenos. Sería pretencioso decir por mi parte cómo será el Aragón dentro de 40 años, porque no lo saben ni los economistas, ni los sociólogos, ni los políticos, ni absolutamente nadie. Estoy convencido de que dentro de 40 años, Aragón será mucho mejor que el actual. Seguro que dentro de diez años será radicalmente distinto al actual. La prioridad de un político debería ser ponerse las pilas y tratar de adivinar por dónde van a ir las cosas y eso es muy complicado.
Entrevista publicada en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN