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La política ha desaparecido de las Cortes. Me estoy refiriendo a la política entendida como negociación discreta en los pasillos, pactos de última hora en corrillos informales, conversaciones entorno  a un café o a un pincho de tortilla. Todo eso que hace atractiva la vida parlamentaria  ha desaparecido del escenario político.  Se lo ha  engullido el coronavirus.

El bullicio y el pasilleo de los días de pleno son historia desde el 13 de marzo. La nueva y cruda realidad de ahora son pasillos vacíos, salones a menudo silenciosos,  la cafetería clausurada, la tribuna de público sin público,  el aforo del hemiciclo a mitad y diputados con mascarillas separados por frías mamparas.

Una imagen de frialdad alejada de los acalorados debates de no hace mucho. Y en medio de este paisaje desangelado, dominando la entrada, un artilugio que tiene el poder de decidir si accedes o no a la Cámara, dependerá de si tienes fiebre o no tienes.

Es la nueva normalidad parlamentaria,  hasta la llegada de la vacuna  

Por Conrad Blásquiz

Me llamo Conrad Blásquiz Herrero, soy periodista, consultor en comunicación y un apasionado de la información política. Soy autor del libro “Aragón, de la ilusión a la decepción ¿la Autonomía en crisis? “. Durante más de 15 años, he recorrido diariamente los pasillos del Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón, escribiendo sobre la actualidad parlamentaria de la Comunidad Autónoma para las páginas de El Periódico de Aragón.