Es lo que tiene ser un viejo rockero del socialismo español. Tienes garantizado el éxito de asistencia de todo tipo de público: fans, nostálgicos del viejo PSOE, militantes jóvenes y no tan jóvenes, y curiosos.
Hace más de 25 años que Felipe González dejó de tener cargos de gobierno, pero su presencia en un acto, como el del pasado miércoles en el Palacio de la Aljafería, invitado por la Fundación Manuel Giménez Abad, actúa de imán poderosísimo para sus incondicionales, los de la vieja guardia como Pilar De la Vega, Carmen Solano, Carlos Pérez Anadón, Ramón Tejedor o el presidente de las Cortes, Javier Sada, quien rememoró con voz quebrada por la emoción cómo fue testigo in situ de aquella imagen histórica que todos recordamos en la que Felipe y Alfonso celebraban juntos en una de las ventanas del hotel Palace la victoria abrumadora del PSOE en 1982. Javier Lambán fue todavía aún más lejos en su regreso al pasado y confesó que pasó de ser anarquista a socialista con sólo oír a Felipe en un mitin en Zaragoza.
Se desconoce si sufrieron una transformación de este calibre dirigentes de diferente color político, que también estuvieron presentes en el acto del miércoles, seguramente atraídos por el magnetismo del líder socialista. Algunos como Daniel Pérez y Carlos Trullén, de Ciudadanos; Luis Estaún del PAR; Nacho Escartín, de Podemos, quien por cierto apenas tenía cuatro años cuando gobernó el PSOE por primera vez, o Itaxo Cabrera, también de Podemos, que nació en el 1989, con el segundo gobierno de González. David Arranz, diputado de Vox, no paraba de anotar en su cuaderno las lecciones de González.
Y como suele ser habitual en los expresidentes que sacan la lengua a pasear con la libertad de ser precisamente un ex que disfruta de escolta y de sueldo vitalicio que quita el hipo tras pasar por suculentas puertas giratorias, Felipe no defraudó las expectativas de quienes esperaban críticas ácidas hacia Pedro Sánchez. Al analizar la situación política actual, confesó que, como muchos jóvenes, no se siente representado por ningún dirigente político actual, incluido el actual líder del PSOE. De forma gráfica dijo sentirse como un millennial que está a punto de cumplir 78 años.
Tras media hora de repartir sabiduría y experiencia entre los asistentes, el boss se puso las gafas de sol y abandonó Zaragoza, arropado por una poderosa caravana de coches negros con aires presidenciales. Antes de su marcha, lanzó una seria advertencia: “Voy a seguir peleando”.