Quiero ser francesa

Sé que suena poco patriótico. Pero es así como me siento cuando veo cómo en otros países europeos, Francia o Alemania por ejemplo, cierran filas ante las órdenes emanadas por los gobiernos. Claro que por allí también hay protestas y manifestaciones, tremendas además. La calle es lo que tiene. Pero los partidos políticos de la oposición acatan lo aprobado en sus parlamentos sin montar espectáculos tan lamentables como aquí. ¿El acoso y derribo es la forma de colaborar para que salgamos de esta peste viral histórica que vivimos?, me pregunto.

Por ejemplo, Macron anuncia un desconfinamiento gradual tras pasar el pico de la segunda ola, y los franceses escuchan su alocución televisiva con devoción. Sus adversarios políticos callan, incluso no estando de acuerdo. Es la nación la que está en juego. En la política francesa hay un respeto, una cortesía, aunque te la estén guardando doblada, esperando la ocasión de clavar el puñal a César. En Alemania, cuando sale la Merkel informando de la situación, y dice las cosas claras, cortas, con autoridad, y sin concesiones al debate —¿Qué debate si la gente se contagia y se muere?—se aplaude su pragmatismo. Se aplaude su autoritarismo germánico. Y punto. Ahora toca ponerse a cumplir órdenes y cuanto antes mejor para todos.

Reflexiono y pienso que si esto mismo lo hiciera Pedro Sánchez, con autoridad y sin concesiones a la galería (economía, hostelería, navidad, los barones jubilados del socialismo que no hacen otra cosa sino incordiar, etc.) le quemarían en la hoguera. La oposición en bloque coreando “¡Libertad!” y “Esto es una dictadura” o tonterías similares. El concepto de autoridad en España se ha quedado anclado en el franquismo, y ahí andamos: en pura y dura contradicción.

Tengo que reconocer que la política en Aragón podría ser un buen modelo de entendimiento entre distintas ideologías  y pesebres varios. El presidente Lambán ha sido toda una sorpresa (al menos para mí). Hasta ahora ha sabido torear al cuatripartito con habilidad política. Mano izquierda y mano derecha. Juego parlamentario y olfato natural para saber dónde y cuándo hay que plantarse. Él es el jefe aquí, con otro jefe a nivel nacional con el que no debería entrar en controversias inútiles. La salud de los aragoneses es lo que hay que preservar por encima de todo y con autoridad.

Margarita Barbáchano, periodista y escritora