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Sí. Lo admito. Me ha vencido la curiosidad propia de mi profesión. He querido conocer de primera mano, sobre las cuatro ruedas, cómo es ese pedazo de autovía nueva que desde el miércoles pasado une Figueruelas con Gallur, cómo son esos catorce kilómetros que acercan más a los vecinos de ambas localidades zaragozanas; esos míseros catorce kilómetros que han tardado más de quince años en ejecutarse, entre obras y burocracia, a pesar de ser el epicentro del motor económico de Aragón que lidera la planta de General Motors de Figueruelas.

Me he puesto al volante de mi coche y, la verdad, me he llevado una tremenda desilusión. Es cierto que no tengo estudios de Ingeniería y confieso que soy  incapaz de elaborar un exhaustivo informe técnico sobre esta infraestructura. Pero, a vista de coche, me da la impresión de que  no parece que ese tremendo retraso en la obra haya sido fruto de la complejidad de un trazado totalmente llano que discurre paralelo a la Autopista A-68, la que va a Logroño. La más cara de España.

¿Quién es el culpable de esa vergüenza que ha durado 16 años? ¿Es culpa de la incapacidad de las instituciones autonómicas, que han callado y no han hecho ver a Madrid su urgencia y su prioridad? ¿O es culpa del Gobierno central de turno que, como sucede a menudo, a excepción del espejismo que fue la Expo, dilata sine die las obras de infraestructuras en Aragón? Lo cierto es que en abril de 2005, se dictó la orden del estudio informativo y, a partir de ahí, se convirtió en una víctima más de la crisis económica. No había dinero para pagar esa obra y, por lo tanto, dejó de ser prioritaria. Se dio carpetazo a pesar de las decenas de vidas truncadas sobre su asfalto. Conviene recordarlo: Más de cien fallecidos.

Se pintó una línea blanca continua en la N-232 para evitar los adelantamientos y a cruzar los dedos para que no hubiera más víctimas mortales. Con una línea blanca se quiso acallar los más de 30 años de reivindicaciones. Pero no fue así. La cifra de siniestros mortales siguió creciendo. Como también el número de camiones que a diario circulan por esta vía, una de las más peligrosas del país.  

El ministro Ábalos dio el banderazo el miércoles a los catorce kilómetros nuevos. Todavía faltan por acabar las obras de los otros catorce hasta llegar a Mallén. No será este año, sino el que viene. Y mientras, en Navarra hace tiempo que esa autovía ya ejecutada llega al límite con Aragón. No hay como disfrutar de un privilegiado modelo de financiación a la carta.

Por Conrad Blásquiz

Me llamo Conrad Blásquiz Herrero, soy periodista, consultor en comunicación y un apasionado de la información política. Soy autor del libro “Aragón, de la ilusión a la decepción ¿la Autonomía en crisis? “. Durante más de 15 años, he recorrido diariamente los pasillos del Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón, escribiendo sobre la actualidad parlamentaria de la Comunidad Autónoma para las páginas de El Periódico de Aragón.