No sé en qué fecha estamos a pesar de que tengo un pequeño calendario en la mesa de mi estudio casero. Curiosamente la hoja es de febrero, señal de que no le hago mucho caso. Es curioso porque me suele pasar siempre con los calendarios, se me quedan rezagados… Supongo que me da igual la fecha que es, poner número al día es como ordenar el tiempo y sentir que pasa, y no soy ni muy organizado a la hora de planificar mis tareas ni tengo prisa por llegar a una fecha concreta, a un evento determinado. Normalmente, soy consciente de que tempus fugit y con esa indubitable realidad voy improvisando


Aunque ahora todo es distinto, las circunstancias te obligan a marcar una referencia, una fecha que nos sirva como punto de partida de un nuevo escenario, un alivio. Será como volver a dar al play después de esta extraña e improvisada pausa social. Un stand by que nos mantiene conectados, sabedores de nuestra existencia pero sin estar plenamente enchufados a la realidad actual. Esa realidad en la que tienen un especial protagonismo los sanitarios, las fuerzas de orden público, los trabajadores de los supermercados o los medios de comunicación. En mi caso, ese enlace con la anterior normalidad lo cumple la radio. Es el acompañante fiel, ajeno a las nuevas tecnologías, mantiene su hechizo, su cercanía, su información puntual y estructurada. Cuando la abandono me dirijo a navegar por internet, devoro prensa digital, ansío conocer lo que sucede aquí y allá. Qué preocupaciones tiene un coreano, un francés y un mexicano. Cómo afrontan el Coronavirus.

Internet me permite relativizar lo propio, lo local, lo que catalogamos como exclusivo y diferente y que no deja de ser completamente universal, como las pandemias. Pero la red me lleva al límite de la serenidad, me provoca ansiedad, vuelo por las noticias, trato de filtrar pero no hay tiempo. A pesar de todo, falta tiempo para tanta información, y entonces vuelvo a mi radio, a mis mensajeros cuya credibilidad y profesionalidad ya filtré en su momento y no tengo que ratificar diariamente.

En esas estoy cuando aparece tu hijo y te devuelve a otra realidad, la de la infancia. Esa que como la radio exige cercanía y exclusividad de atención. Una infancia que hoy convive, a veces inconscientemente, con una realidad de la que poco podemos enseñarles. Estamos a su altura de experiencia y conocimientos. Solo que para los adultos el paso del tiempo y la consciencia nos genera prisas y desasosiego. Suposiciones, deseos, preguntas sin respuesta. Posiblemente nada sea igual en esa fecha que se acerca, nada salvo la Radio.

Por Conrad Blásquiz

Me llamo Conrad Blásquiz Herrero, soy periodista, consultor en comunicación y un apasionado de la información política. Soy autor del libro “Aragón, de la ilusión a la decepción ¿la Autonomía en crisis? “. Durante más de 15 años, he recorrido diariamente los pasillos del Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón, escribiendo sobre la actualidad parlamentaria de la Comunidad Autónoma para las páginas de El Periódico de Aragón.