El león y la gacela yacerán juntos, pero la gacela no dormirá muy bien», escribió Woody Allen, a modo de proverbio oriental, en su libro Sin plumas. Se me ocurre esta cita cada vez que surge una nueva polémica sobre la presencia del lobo en nuestra tierra. Lobos y ovejas no pueden yacer juntos, porque el ganado no dormiría muy bien. Pero aquí, en Aragón, y ahora, en el siglo XXI, no se trata de convivir, sino de coexistir. Por directrices europeas y españolas, pero sobre todo por leyes de la naturaleza, el ser humano no puede cazar ejemplares de esta especie, forzar su destierro de la comunidad o exigir su extinción. Al ganadero no le queda más remedio, entonces, que proteger su ganado con las medidas más eficaces y con las ayudas más razonables por parte de las mismas autoridades que establecen las normas conservacionistas.

En el monte caben todos, explican pastores de Castilla y León en un notable y sencillo documental, En tierra de todos, que recoge testimonios de ganaderos y ecologistas de diversos países europeos. En el caso español, los protagonistas de dicho documental defienden la presencia (muy numerosa) de ese cánido salvaje en las sierras donde pastan sus cabras y ovejas. Asumen que deben protegerlas con mastines y vallados y vigilarlas. Vigilarlas siempre. El debate en Aragón se encuentra en otro nivel: la presencia del lobo es más reducida y, sin embargo, provoca más inquietud y crispación. Aquí convendría que ganaderos, expertos en la naturaleza, autoridades y defensores del lobo utilizaran foros de entendimiento para analizar la situación de forma reflexiva, sin malas maneras, y buscar soluciones. La convivencia no es posible, pero coexistir, sí, por supuesto.

Javier Lafuente, periodista

Artículo publicado en El Periódico de Aragón

Por Conrad Blásquiz

Me llamo Conrad Blásquiz Herrero, soy periodista, consultor en comunicación y un apasionado de la información política. Soy autor del libro “Aragón, de la ilusión a la decepción ¿la Autonomía en crisis? “. Durante más de 15 años, he recorrido diariamente los pasillos del Palacio de la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón, escribiendo sobre la actualidad parlamentaria de la Comunidad Autónoma para las páginas de El Periódico de Aragón.